En estos días se conoció la propuesta, a ser debatida en la próxima reunión de UNESCO, de agregar a Venecia en la lista de “patrimonio en peligro”. La ciudad se sumó en 1987 a ese listado, pero desde aquellos tiempos las cosas han cambiado. El turismo ha crecido de manera imparable, y la ciudad ya recibe unos 30 millones de visitantes al año. Muchos de ellos llegan por el día en cruceros o trenes, pero de todos modos las calles lucen siempre repletas de visitantes, mientras la cantidad de habitantes locales ya ha caído a mínimos históricos.
La ciudad ha tomado varias medidas para comenzar a controlar el número de visitantes. Ya no se permite el paso de grandes cruceros por la laguna de Venecia, y se han establecido cifras máximas de turistas. A partir de enero de 2023 habrá que reservar con anticipación la visita a Venecia a través de un formulario online, además de pagar una tasa de visita.

Pero los cambios no han impresionado a UNESCO y a sus funcionarios, que creen que la velocidad de deterioro de la ciudad requiere medidas aún más drásticas. El cambio climático, con el ascenso de las aguas; el deterioro de las edificaciones; y la pérdida de la población local están entre los principales problemas.
En este punto, aparece uno de los motores del turismo en algunos destinos: si éstos realmente están en peligro, entonces mejor visitarlos ya, antes que colapsen o se instalen mayores controles en el acceso. Es una situación muy peligrosa. Lugares que ya están en serios problemas y que requieren menor presión por parte del turismo comienzan a recibir más visitantes, lo que empeora el problema. Para los locales es una buena oportunidad económica, pero a costa del futuro de sus ingresos y la viabilidad del destino.
En el caso de Venecia encontramos un panorama de este tipo. La ciudad va en camino de introducir más controles en el acceso -tasas de ingresos, máximos de carga, reserva previa, entre otros- lo que va a llevar al destino a ser cada vez más caro. Para un buen número de turistas mejor ir cuanto antes, o vamos a pagar mucho más.
Pero además hay otro punto mucho más grave: ni siquiera sabemos si Venecia logrará sobrevivir mucho tiempo más sin cambios muy radicales. Sus edificaciones requieren inversiones millonarias en reparaciones. Los próximos años serán complicados por el aumento del nivel del mar; la ciudad siempre sufrió inundaciones, pero si éstas se hacen más grandes y frecuentes el deterioro se va a acelerar. Y con cada vez menos habitantes locales los ingresos que permitirían financiar las obras necesarias van a salir del turismo, ya que los impuestos locales rinden cada vez menos.
Deja una respuesta