El turismo y los viajes como parte del campo periodístico

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Algunas décadas atrás, estaba claro que el periodismo cubría, ante todo, acontecimientos en un limitado segmento de lo real, que luego transformaba en noticia. Pero con el correr del tiempo, la porción de lo real que se convirtió en parte del periodismo creció. La importancia de secciones como espectáculos, turismo, tecnología y tendencias en general ha aumentado de manera marcada, y con ello ha habido una progresiva redefinición de los conceptos de noticiabilidad, como ya marcaba Mauro Wolf casi dos décadas atrás.

Uno de los problemas de esta progresiva incorporación de nuevos dominios al campo periodístico se da en los cambios en el concepto de noticia. Los géneros establecidos tienden a tener muy claro este punto: existen en el campo un sinnúmero de controles cruzados para evitar publicar acontecimientos que sólo le interesan a los agentes de prensa. Si bien de todas maneras a veces estas reglas implícitas son violadas -la directora del diario más importante de la Argentina usó su medio para defenderse de las acusaciones de haberse apropiado de manera irregular de un hijo de desaparecidos- en general se puede ver que se privilegia, al menos en cierta porción, el “interés del público”.

Pero con géneros periodísticos más nuevos tenemos problemas serios. Aquí ya se trata más bien de cubrir tendencias o cosas interesantes, y el poder de los agentes de prensa y otros personajes que dan vuelta alrededor del mercado periodístico se acrecienta.

Concentrémonos en el periodismo de viajes, específicamente. Para comenzar, el poder de los agentes no periodìsticos para modificar a su favor la agenda de los medios es realmente muy relevante. Por ejemplo, al pagar viajes, logran que el destino que ellos quieren promocionar gane muchísimas posibilidades de aparecer en los medios. Y, desde ya, de manera positiva. ¿Quién hablaría mal de un destino donde sus autoridades te atendieron tan bien? Así que ya no solo tenemos una influencia directa en la agenda del medio, sino también en los juicios y contenidos.

En segundo lugar, los nuevos géneros no tienen, al menos en el sentido tradicional del término, noticias; más bien lo que vemos son eventos -algo en lo que se especializan los agentes de prensa-, tendencias, consejos y recorridos. A diferencia de las secciones tradicionales, donde la competencia cruzada hace que sí o sí algunas noticias deban ser publicadas, en los suplementos de turismo la similaridad sólo puede estar dada porque a varios medios una embajada o agencia de prensa o turismo los ha invitado al mismo lugar. Por cierto, los operadores turísticos suelen tener un arma interesante: la publicidad. Difícilmente un medio hable mal de un destino que un operador publicite en sus páginas. O sea: otra limitación a la agenda. Aunque aquí habría que hacer la salvedad de que el poder de los anunciantes de los medios excede por mucho las secciones específicas de los medios.

En tercer lugar, las secciones de turismo no sólo carecen de una noción de noticia ya clara, sino que por lo general jamás respetan el principio de imparcialidad. Es casi imposible encontrar notas relativamente justas sobre un destino. Por lo general, lo que hallamos son largas párrafadas y loas a un lugar, con mucha abundancia de adjetivos como “paradisíaco”, “deslumbrante” y otros. Si de casualidad llegamos a encontrar alguna crítica, suele estar escondida en el último párrafo, y sin mayor mención en el título o cabeza de la nota.

Para mucha gente, las secciones como espectáculos o turismo carecen de demasiada importancia; o al menos, que den información poco relevante no alcanza la misma gravedad que el caso de un falseamiento abierto de noticias de la sección política. Por sentido común, aceptamos que hay algunas secciones claves -política, economía, policiales- y el resto son secciones blandas, poco sustanciales a los fines de la información de la opinión pública. En tanto construcción de sentido común, esta argumentación le viene bien al periodismo de viajes: al fin y al cabo, no importamos tanto, y lo que hacemos, si lo hacemos mal, no provoca demasiado daño.

¿Alguien sabe algún sin?nimo de “deslumbrante”?

Bibliografía

Wolf, Mauro (1985) “De la sociología de los emisores al newsmaking” en La investigación de la Comunicación de Masas. Críticas y perspectivas. Barcelona, Paidós, 1987.

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