Tasas y limitaciones vs sobreturismo

De las tasas a las limitaciones de acceso, algunas políticas para lidiar con el turismo de masas.

Noruega está estudiando la posibilidad de implementar algunas medidas que permitan manejar mejor la llegada masiva de turistas. Por un lado, las tasas a los turistas, que ya funcionan en muchas ciudades europeas y que tienen la gran ventaja de generar fondos que pueden ser usados para mantener la infraestructura. La segunda son las limitaciones de acceso, que permiten hacer más manejable el destino al disminuir la cantidad de visitantes, pero que generalmente son bastante resistidas en el sector de turismo.

Tasas, primera propuesta

Las tasas turísticas son algo que ya se implementa en muchas ciudades del mundo. Hay diferentes versiones; en algunos casos se cobra por habitación o propiedad alquilada -un tax room, digamos- y en otros se cobra por turista. Ciudades como Amsterdam, que hace tiempo quieren limitar la llegada de más turistas, cobran 7% del costo de alojamiento más 3 euros por día y por persona. París cobra entre 0,20 y 4 euros por día y por persona de acuerdo al valor del alojamiento. Grecia está en valores similares.

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La gran ventaja de las tasas turísticas es que genera ingresos que sirven para mantener la infraestructura turística o simplemente para generar más prestaciones para los pobladores locales. Pero difícilmente sirvan para disuadir la llegada de visitantes si el destino ya superó su capacidad de carga. Es un costo más que muchas veces se absorbe en el valor del alquiler o de la habitación de hotel.

Limitaciones, segunda propuesta

Venecia desde hace unos meses combina la primera propuesta -las tasas turísticas- con las limitaciones en la cantidad de turistas arribados. Las tasas son más altas los fines de semana o los días de más afluencia, pero además hay un número límite en la cantidad de personas en la ciudad, algo pensado sobre todo en relación a la gran cantidad de cruceros que arriban a Venecia.

Las limitaciones en la cantidad de turistas tienen como gran ventaja establecer máximos en la cantidad de personas que pueden llegar hasta un destino, pero suelen ser resistidos en el negocio turístico. Al restringir los accesos hay menos turistas para sostener los negocios locales. Normalmente esas resistencias cesan cuando ya hay consenso de que el destino no soporta ya más visitantes y que de seguir así la situación la misma existencia del lugar está en riesgo. Algo así sucede en Venecia o Amsterdam.

Sobreturistificación y gasto

Como planteaba en una entrada anterior, una de las soluciones que suelen proponerse es que “el destino se enfoque sólo en turistas con alta capacidad de gasto. Se busca reducir la cantidad de visitantes sin afectar el gasto total, y de esa manera evitar las quejas de los que viven del turismo en la zona.

Esta “solución” no toma en cuenta un buen número de puntos. Apuntar al turismo de lujo requiere de mayores niveles de inversión en instalaciones y servicios, lo que por lo general es mejor ejecutado por grandes compañías del sector y no por empresarios locales. En el caso de los destinos de naturaleza, los turistas con mayor capacidad de gasto suelen tener una huella ambiental muy superior, con lo que podrán ser menos pero contaminan por varios turistas de menores ingresos.

Y si el destino es una ciudad, una mayor afluencia de turistas con alta capacidad de gasto puede culminar con un incremento de los precios locales, en particular de la vivienda y de la gastronomía. Con lo que se pueden terminar creando nuevos problemas locales.

Más sobre el tema tasas turísticas en Traveler.es.

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