Viajes, turistas y responsabilidad social

Viajes, turistas y responsabilidad social

Ahora que lentamente parece que estamos en el camino de salida de la pandemia, es un buen momento para preguntarse sobre la relación entre viajes y responsabilidad social. Algo que apareció en mi agenda a partir de la nota de CNN sobre el turismo doméstico en China, en particular para aquellos viajeros de ese país que están en mejor situación económica. Los viajes internacionales allí todavía están limitados, así que por ahora pueden viajar sólo a otros destinos de China. Y la nota explica que las autoridades esperan que al menos por ahora no haya mayor presión por viajar al exterior, ya que se espera que sus ciudadanos tengan la responsabilidad social de no viajar al exterior y no contagiar con el covid-19 a sus connacionales.

Desde ya hay muchas posibles aristas de análisis para el párrafo anterior. No podemos dejar de mencionar algo evidente: la pandemia del covid-19 surgió en China. Han logrado mantenerla bastante controlada con medidas muy restrictivas, y más bien ahora son ellos lo que temen que la importen nuevamente a su territorio. ¿No pudo tomar China medidas más severas para evitar su expansión fuera de sus fronteras? Seguramente muchos opinan que efectivamente pudo limitar antes los vuelos internacionales o informar de manera más veloz a la comunidad internacional.

Aeropuerto JFK de New York. Otros tiempos

Pero dejemos ese tema y pasemos a un tema más general. Escuchamos mucho sobre la pandemia acerca del derecho a viajar y movilizarse fuera del país. Muchas constituciones y legislaciones garantizan esos derechos. Algo que entró en conflicto con la necesidad de establecer restricciones a la movilidad para evitar más contagios. Tuvimos un creciente choque entre la apelación a la responsabilidad social -“ahora no es el momento de viajar”- frente al derecho individual -“nadie puede privarme del derecho a la movilidad”. Las restricciones fueron establecidas de tal manera que estaban limitadas en el tiempo, como una estrategia destinada a que no fueran rechazadas en los tribunales.

El producto de ese conflicto entre responsabilidad social vs libertad individual tuvo puntos altos en las redes con los casos de los viajeros que quedaban varados en otros países, o los que volvían de viaje y no respetaban el aislamiento -y lo que es peor, en algún caso contagiaban a otras personas ya que al ingreso al país eran asintomáticos. Con el clima tan divisivo de las redes sociales, pronto la disputa fue entre “envidiosos que no pueden viajar” vs “irresponsables que ponen en riesgo a toda la sociedad sólo por ir un viaje completamente innecesario en medio de una pandemia”.

Seria un error limitar este conflicto únicamente al mercado de viajes. Esta tensión entre lo colectivo y lo individual atravesó toda la pandemia en múltiples niveles. El turismo fue solo una expresión más. Es un buen recordatorio de que el viaje no es un espacio aparte, y que está atravesado por los conflictos e intereses que vemos en otros ámbitos sociales y económicos.

Nadie parece haber quedado demasiado satisfecho con la manera en que se manejó la relación turismo – pandemia. Demasiadas resticciones para los garantistas del derecho individual; demasiadas pocas limitaciones para los que llamaban a restringir al máximo la movilidad para limitar la expansión del covid-19. El conflicto se dio además en medio de una situación dramática para el turismo mundial, que en su peor momento cayó en un 80% de un año para otro. Las urgencias económicas, ya sabemos, no son el espacio más adecuado para debates que piden tiempo y al menos cierta serenidad. Cuando hay que pagar las cuentas el tiempo apremia.

La progresiva recuperación del viaje internacional en los próximos meses muy probablemente va a mandar esta discusión al archivo. Pero el debate puede reaparecer en no mucho tiempo, aunque sea relacionado con otros temas, como el cambio climático y su impacto sobre los destinos y los medios de transporte, o la limitación de llegada de visitantes a destinos que ya no pueden manejar números tan altos de turistas -el fenómeno conocido como “overtourism”. Y no hay muchas esperanzas de que podamos esperar una síntesis que deje conforme a la mayoría de los participantes.

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