El turista y su nueva relación con la incertidumbre

El turista y su nueva relación con la incertidumbre

Lo que ha sucedido en las últimas 24 horas con la masiva suspensión de vuelos desde y hacia Gran Bretaña nos marca la continuidad de una agenda turística caracterizada por la incertidumbre. Y el crecimiento del turismo global a constituirse en un negocio enorme a nivel global tuvo como condición de posibilidad la previsibilidad y uniformidad de las exigencias: con excepciones muy puntuales, si podíamos pagarlo, podíamos viajar a cualquier lugar del mundo con una agenda bien clara y salida y regreso normalmente previsibles y establecidos. Esas condiciones no van a existir por un largo tiempo en el mercado de viajes. Necesitamos a esta altura normalizar este estado de cosas: el turista va a tener que acostumbrarse a mayores niveles de incertidumbre, quiera o no.

Que el turista dé por descontado, al menos en el mediano plazo, que todo viaje va a estar rodeado por condiciones inciertas de factibilidad suena sencillo, pero es un problema terrible para el mercado de viajes. Al fin y al cabo, la mayoría de nosotros tiene fechas claramente definidas para vacaciones o períodos destinados al viaje, y la incierta situación del turismo global complica mucho planificar. Para el negocio es un problema de difícil solución, y que seguramente desalentará a muchos a viajar.

Para quienes quieren seguir viajando hay otras condiciones a tomar en cuenta. La primera es que el turista tiende a optar por viajes más cortos, donde dependan lo menos posible de transportes de terceros, o de conexiones en múltiples países. Allí se cruza desde la memoria de los varados de hace unos meses a las dificultades por modificar rápidamente las fechas de un viaje. A eso hay que sumar que muchos gobiernos han tomado medidas bastante puntuales para quienes salen del país; les dejan bien claro que no pueden garantizar su repatriación y que si pasa algo con su viaje tendrán que ver como se las arreglan.

Segundo, la compra del pasaje ya se hace con perspectivas ciertas de posponer la fecha. Ayuda, claro, que las aerolíneas ahora permiten al menos un cambio sin costo como una manera de vender más pasajes en un mercado global con una demanda muy deprimida. Hoy cualquier viaje tiene que ser pensado como atado a múltiples posibilidad de cambio de fecha. Lo cual tiene sus problemas cuando debemos compatibilizarlo con el trabajo o los estudios.

Tercero, el turista masivo hoy debe pensar el viaje como los hacían los viajeros independientes con los destinos menos usuales y con conectividad bastante precaria. O sea, atado a cambios de último momento, suspensiones y, por cierto, asumir pagar más caro por servicios de calidad más baja que la usual. Al final vamos a ser todos viajeros independientes.

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