El futuro del viaje tras el coronavirus

El futuro del viaje tras el coronavirus

El futuro del viaje no es el tema principal en agenda hoy. Estamos en plena gestión de la crisis generada por el coronavirus. En estos días muchos gobiernos han limitado de manera severa la circulación local de los ciudadanos, además de restringir cada vez más las conexiones internacionales aéreas. La disrupción sobre el mercado de viajes ya era enorme, y ahora la vida cotidiana es también un espacio signado por los movimientos limitados y las cuarentenas.

Pero a medida que se consolida un panorama marcado por las restricciones, comienzan a aparecer algunas señales de que podemos esperar con el futuro del viaje a medida que aparece algunos escenarios posibles. En el grupo de Telegram del blog armé una encuesta para ver cuánto tiempo duraría esta crisis. Y más de la mitad de los participantes eligieron “más de un año” y “esto va para largo”. La percepción es que esta crisis va a modificar muchos de los comportamientos de la vida cotidiana y el viaje a corto y mediano plazo, y vamos a sus consecuencias en los próximos meses.

Aeropuerto vacío

Incluso si el mercado de viajes comenzara a normalizarse, al menos de manera relativa, en los próximos meses, seguramente vamos a ver una serie de comportamientos por parte de los viajeros en cuanto a su selección de viajes. Damos obviamente por sentado que una buena cantidad de personas volverán a viajar apenas tengan la oportunidad. No sólo por el período de sedentarismo; hay una larga tradición de valoración del viaje que está inscripta en nuestra cultura. La percepción del riesgo va a modificar comportamientos incluso para los que quieran viajar apenas puedan. Aún así, a medida que comience a darse una percepción de mayor normalidad lo más probable es que el sector de viajes recupere rápidamente su aspecto en algunos segmentos.

Primero, viajes más cortos y a destinos no tan lejanos. Uno de los puntos más críticos de esta crisis es como muchos viajeros quedaron varados en destinos del extranjero ante la masiva cancelación de vuelos. Frente a ello, las posibilidades de reaccionar rápidamente frente a una crisis similar depende mucho de las posibilidades de conseguir vuelos directos. Destinos que requieran una o más escalas aumentan los riesgos de quedarse varados.

Dos, habrá un impacto severo en el viaje de los grupos considerados “de riesgo”, como el caso de las personas mayores de 65 años. No sólo incrementos de los seguros. Seguramente veremos más restricciones a la hora de recibir viajeros mayores. E industrias como los cruceros, que tienen entre su clientela a muchas personas mayores, sufrirán el impacto y deberán buscar mayor variedad etaria en cuanto a sus consumidores.

Tres, consecuencias muy importantes en el mercado de viajes corporativos y las empresas ligadas a él. El incremento en el uso de las herramientas de comunicación virtual ya es enorme, y podemos esperar una caída significativa en la organización de eventos presenciales que requieran de viajes internacionales. Al menos por un par de años. El sector corporativo y de eventos es clave para aerolíneas y hoteles, por ejemplo. Los años por venir van a ser complicados para quienes están ligados al turismo corporativo.

Cuarto, una reorientación del marketing de los destinos para comenzar a atraer viajeros de sitios más cercanos. No sólo turismo regional o de cabotaje; también de países cercanos o con los que tengan vuelos directos.

Quinto, además de la situación sanitaria tendremos el impacto de la recesión económica en marcha. El sector de viajes va a ser alcanzado además por una importante cantidad de despidos y reestructuraciones. Y seguramente vamos a ver menos jugadores en varios segmentos de la industria, como el caso de cruceros, aerolíneas y hoteles. Menos demanda y menos oferta de productos turísticos, en resumen.

Hay otros temas que podríamos analizar en cuanto al futuro del viaje. Cómo impactará en el mercado de seguros de turismo, donde se podrá esperar una mayor demanda (y habrá que ver como evoluciona el costo); las consecuencias sobre el mercado hotelero no ligado a las cadenas, muchas veces manejados por familias o pequeñas empresas sin gran espalda financiera; cómo se desarrollarán los extendidos controles sanitarios en los aeropuertos; y el futuro de los grandes desarrollos de infraestructura turística, en particular aeropuertos y puertos.

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