Digamos que ustedes viven en un tranquilo vecindario de una ciudad, con poco tránsito, gente que camina por las calles y una presencia mayoritaria de gente que vive en la zona. Y que de manera progresiva pero muy rápida el vecindario comienza a llenarse de autos que se dirigen hacia otras partes de la ciudad, y que han encontrado que esa ruta les permite ahorrar unos minutos. Poco después. se enteran que esa súbita aparición de vehículos se debe a que los automovilistas comparten la información sobre esa ruta a través de una aplicación llamada Waze. Bienvenidos a la era de la información compartida, adiós a la tranquilidad.
Esta historia le sucede hace tiempo a los vecinos de ciertos barrios de Los Angeles, que en los últimos meses vieron como ciertas zonas residenciales tenían cada vez más autos, a medida que Waze se hacía más popular. Algunos intentaron evitar el tráfico a partir de enviar notificaciones falsas a la aplicación con choques o atascos. Pero el volumen de usuarios de Waze es tan grande que en pocos minutos la información era desmentida y ya no se la tomaba en cuenta.
Gracias a aplicaciones como Waze, la circulación por ciertas zonas de la ciudad deja de ser un secreto. Pero enfrenta a dos intereses opuestos. Por un lado, los automovilistas, que pasan a otros datos para llegar más rápido a otra zona de la ciudad. Por otro, los vecinos, que preferirían conservar sus calles más tranquilas y con menos vehículos. Los automovilistas tienen a su favor la posibilidad de compartir la información, pero los vecinos seguramente van a comenzar a presionar cada vez más a los políticos y al sector oficial para que establezcan nuevas regulaciones.
Desde ya, el problema de los vecindarios de Los Angeles no es Waze. El problema es el tránsito y la enorme cantidad de vehículos que recorren sus calles. Sólo el condado de Los Angeles tiene 7,6 millones de autos registrados. Es la ciudad número 1 de Estados Unidos en cuanto a embotellamientos. La diferencia es que el uso de aplicaciones para compartir información ya no deja a nadie a salvo del incesante tráfico de vehículos.

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