El turismo es una práctica social que suele ser caracterizado de dos maneras que aparecen como contrapuesta. Por un lado, como un homogeneizador de destinos, que tiende a aplanar las diferencias entre lugares a partir de exigir comodidades estandarizadas para turistas que realizan prácticas de viajes más bien rutinarias. Por otro, también se puede encontrar que se lo caracteriza a partir de una función ligada con lo heterogéneo; por ejemplo, al difundir diversas tradiciones culturales en los destinos y a la vez permitir todo tipo de ofertas diversas ligadas con el viaje y la recreación.
Efectivamente, podemos encontrar textos y artículos que pueden enfatizar una u otra cuestión. Pero no se trata de una oposición. Más bien hay que pensarlas como una relación. Esa tensión entre lo homogéneo y lo heterogéneo es constitutiva de la oferta turística, que puede ir desde una commodity hasta el producto para el nicho especializado. No necesariamente se puede definir esto en términos exclusivamente económicos. Desde ya, tiene que ver, pero también hay otros puntos que atender. Por ejemplo, las demandas de los turistas, que exigen a veces encontrar al “otro radicalmente diferente“; y a veces buscan la similitud con su lugar de residencia.
Parte de este debate sobre similitud y diferencia suele estar basado en distinciones bastante puntuales de las distancias entre viajeros y turistas, que en este blog ya he criticado varias veces. Se entiende el uso de categorías como “viajero” en términos de autodescripción, pero a la hora de establecer diferencias tajantes con los “turistas” el tema se vuelve más complejo.
Por cierto, sobre el tema de las tipologías acerca de los turistas y viajeros, pueden chequear una serie de entradas de este blog, que ya tienen unos cuantos años, pero siguen siendo utilizadas en muchos textos: Tipologias de turistas; Tipología de turistas II; Tipologia de turistas III; y Tipologia de turistas IV.