De Couchsurfing a Airbnb, o como Internet cambia el mercado de alojamientos

Airbnb

Apenas dos años atrás, un lector me preguntaba:

“¿De qué van a vivir los profesionales de turismo si cada vez más gente usa Internet para no pagar por sus viajes?”

La pregunta venía al caso de sitios como Couchsurfing, que permiten contactar personas en todo el mundo, y quedarse en la casa de una persona local sin tener que pagar por ello. En áquel momento, lo que planteaba era simple: que el porcentaje de viajeros que podían optar por viajar vía Couchsurfing era más bien pequeño, y que difícilmente los profesionales hoteleros podrían considerar a esta comunidad como un peligro.

Tras la “idea viajera” de Couchsurfing, desde hace tiempo viene creciendo muy fuerte otra red que busca listar habitaciones y departamentos disponibles en las ciudades. Es Airbnb, que mezcla elementos diversos. Por un lado, la idea de crear una comunidad de viajeros, con perfiles y recomendaciones, como tiene Couchsurfing, y que permite saber quienes son los anfitriones y huéspedes confiables -y que incluye una página personal con recomendaciones de otros participantes de la red. Por otro, ciertos requisitos de profesionalismo. Al fin y al cabo, quienes listan sus habitaciones cobran por ello, y por lo tanto tienen que garantizar una serie de puntos, como limpieza, sábanas y toallas en condiciones, por ejemplo.

El caso de Airbnb no implica una gran innovación; nuevamente muestra que el uso de Internet puede modificar ciertos puntos de la cadena de construcción de valor en el turismo. En este caso, la facilidad para listar más oferta en Internet, en este caso ligada a alojamiento. La pregunta, en todo caso, es si este tipo de oferta atrae a un público nuevo, o a un porcentaje pequeño de viajeros, o es una competencia relevante para los hostels, por ejemplo -y eso que hay hostels en los listados de Airbnb, por cierto. Al menos en Buenos Aires, la cantidad de hostels creció de una manera impresionante en la última década. ¿Pueden ser las habitaciones y departamentos ofrecidos a través de redes como Airbnb un límite a su crecimiento, o más bien son una competencia que lleva a que los precios suban menos?

Para los viajeros, claro, no es mala idea que haya más oferta. Para quienes se dedican a la hotelería, es un desafío interesante, en particular para el sector que se ocupa de los viajeros más interesados en conocer el ambiente local. Tampoco hay que descuidar otros temas legales y judiciales. Algunas ciudades como New York han prohibido a partir de mayo de este año los alquileres temporarios, ya que buscan evitar que los departamentos salgan del mercado de alquiler para aprovechar el boom del turismo, y además no perder ingresos que se cobran vía el room tax que pagan los hoteles. En Buenos Aires, por ejemplo, hay fallos de la justicia que han determinado que los departamentos sólo pueden ser alquilados de manera temporaria si el consorcio lo permite.

Por cierto, Airbnb es una idea bastante bien ejecutada, y con una empresa detrás que ha conseguido unos 8 millones de dólares para llevar adelante el negocio. Incluso tienen una aplicación para iPhone para buscar alojamiento y calificarlos sin necesidad de contar con una PC. Digamos que ya no estamos frente a “pequeños emprendimientos” no tan profesionales. El modelo de negocios es bastante simple: se quedan con un 10% de comisión sobre las reservas. Si la iniciativa sigue creciendo, o si aparecerán rápidamente competidores locales, es algo que veremos en los próximos meses.

3 comentarios en «De Couchsurfing a Airbnb, o como Internet cambia el mercado de alojamientos»

  1. Yo creo que es absurdo que los profesionales hoteleros se sientan preocupados ante este tipo de proyecto, el turismo es variado y dá para todos. Hay quienes, por más que exista Couchsurfing, van a preferir alojarse en un hotel por cómodidad, privacidad y por la forma en la que les gusta viajar.

    Lo que debe existir es variedad, alternativas para todos los viajeros desde mochileros hasta el turista de lujo.
    La idea de Airbnb es interesante, pero totalmente diferente a CS u Hospitality Club y por eso válidad.
    Que pasen cosas como la que pasó en New York es un claro ejemplo de lo que NO deberíamos querer para la industria del turismo. Pretender monopolizar la manera de hospedarse en un determinado destino habla mal de ese destino.

  2. Un pariente mío tiene un hotel boutique en la zona de San Telmo, con habitaciones y atención espléndida a tal punto que salió premiado su emprendimiento en Tripadviser por los comentarios de los que se han hospedado en el mismo, sin embargo a partir de la gripe A, seguida por la crisis financiera, le ha repercutido negativamente Los motivos son además de los enumerados la apertura de muchos establecimientos y el hecho que a pesar que se incrementó el turismo, (según cifras oficiales), el que viene es el brasilero, con poco poder adquisitivo y con paquetes hoteleros ya armados

  3. Hola! Interesante post. Estoy completamente de acuerdo con Acila… creo que hay distintos tipos de alojamiento para distintos tipos de público. Los hoteleros no deberían tener miedo a este tipo de iniciativas. La persona que se aloja en el sofá de una casa mediante Couchsurfingprobablemente nunca se habrían planteado dormir en un hotel, lo que buscan es, además de dormir barato (para lo cual probablemente habría buscado un hostel o albergue), tener una experiencia personal a través del conocimiento de otras personas, lo cual le da mucha más interactividad que el llegar a una habitación de hotel, más impersonales.Me ha sorprendido la noticia de Nueva York, pero dándole vueltas al tema, he llegado a la conclusión de que ciertamente hay que regular esta situación en el momento en que se convierte en un negocio… es decir, si ganan dinero con eso, también tendrán que pagar los impuestos correspondientes, etc. En fin, muy buenas reflexiones! Lo ideal sería que cada cual pudiera viajar sin tener que limitarse. Es decir, si quiero hacer couchsurfing en Nueva York porque los hoteles me parecen demasiado caros, pues bien, y si quiero alojarme en uno de los porque quiero o puedo permitirme el lujo, pues bien también.

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