La ruta hacia el Parque

“El turismo activa una segregación espacio temporal del trabajo organizado, porque las rutinas de nuestra vida cotidiana sufren un alto y pasamos a vivir en un tiempo suspendido. “Tomarse un tiempo fuera del trabajo” para viajar es, después de todo, asociado con ver nuevos lugares y culturas (…) Al mismo tiempo el viaje (…) provee de una función compensadora, y le da a los individuos la oportunidad de evitar prácticas y modos de vida estandarizados”.

Esta cita, tomada de un libro de Rodanthi Tzanelli, resume el punto de vista de legitimación del viaje como una forma de explorar nuevas formas de vida. Tzanelli luego analiza críticamente estas asunciones, pero en el caso de esta entrada, me interesa explorar como hemos dado por sentado esta concepción.

Un punto positivo del primer párrafo es que deja en claro que el valor del viaje se comprende en relación a la vida cotidiana. O sea, buena parte de su sentido deviene de su relación con las prácticas estandarizadas de todos los días. En la literatura tradicional se los muestra como oposición, claro, un punto de vista que repetidamente hemos analizado en este blog como poco relevante para el análisis.

Pero cuando comenzamos a tomar distancia de la descripción del sentido del viaje, hallamos una serie de problemas. En primer lugar, es bastante evidente que, aunque nos separáramos de los tiempos de la vida cotidiana, los viajes muchas veces reproducen otros patrones de rutina. Por ejemplo, las vacaciones anuales suelen seguir ciertos esquemas repetitivos, como bien sabe la gente que suele ir a la playa -muchas veces, incluso, la misma playa año tras año. En segundo lugar, porque la “segregación” del trabajo es cada vez menor para una serie de profesiones. A pesar de encontrarse nominalmente de vacaciones o de viaje, muchos de nosotros mantenemos un constante contacto con casa por medio de dispositivos móviles. Incluso, podemos viajar en diversos momentos del año porque, justamente, podemos seguir trabajando cuando estamos de viaje.

A pesar de ello, buena parte del atractivo del viaje sigue siendo vendido como un espacio “separado del trabajo” y donde apostamos por conocer lo nuevo. Claro que se puede viajar de esa manera, pero es bastante evidente que se trata de una porción muy pequeña de los viajes que se hacen anualmente. Claro, suelen ser los más interesantes, y por eso dejan más cosas para contar. Tal vez por eso suelen sobresalir tanto.

Referencia bibliográfica

Tzanelli, Rodanthi (2007) “Pitfalls of the tourist gaza” en The Cinematic Tourist. Explorations in globalization, culture and resistance. Londres, Routledge.

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