New Orleans y el huracán Katrina: sobre movilidades y sentidos comunes

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En el epílogo de On the Move. Mobility in the western World, Tim Cresswell analiza el tema de la movilidad en el caso del Huracán Katrina, en agosto de 2005. En áquel momento, recuerden, una buena parte de la población quedó sin evacuar, y tuvo que quedarse en una ciudad que se inundó casi por completo, se quedó sin servicios básicos e incluso sin comida.

Lo interesante es que el 85% de los residentes de la ciudad se fueron antes del huracán. Y sólo se quedó la parte de la población más pobre, mayoritariamente afroamericana. La razón de esto fue simple: eran quienes no tenían automóvil. Algo no tan raro en el resto del mundo, pero muy particular en Estados Unidos, donde casi se da por sentado que toda persona cuenta con uno. A tal punto está extendido este sentido común que el gobierno no previó ningún sistema de transporte para aquellos que no tuvieran movilidad propia. Todo el rescate se hizo dando por sentado este punto. Incluso una gran cantidad de micros escolares, manejados por el Estado, no fueron usados para transportar a las personas, en una de las fotos más famosas de la catástrofe.

Casi 77 mil hogares, con unas 200 mil personas, no contaban con automóvil propio. A simple vista, un auto fue la diferencia entre la vida y la muerte para muchos habitantes de New Orleans. Pero llegar hasta allí implica considerar otros temas. Por ejemplo, el flojísimo sistema de transporte público en Estados Unidos, que deja grandes porciones de las ciudades y suburbios sin servicios o con otros de calidad bastante mala. Segundo, un tema de clase; quienes más necesitaban la ayuda del Estado y menos recursos tenían fueron abandonados a su suerte. Y el tema de clase, claro, lleva directo al tema de raza, sobre todo en el caso de New Orleans; su población afroamericana se encuentra entre los más pobres de la ciudad.

¿Y en dónde se enlaza todo esto con el turismo? En que no era cierto que en New Orleans no se hubiera invertido en transporte público. Se lo hizo. Se invirtieron 160 millones de dólares en un sistema de tranvías concentrado en llevar turistas y ubicados en las áreas más visitadas de la ciudad, y había otro proyectado por 120 millones de dólares. Tenía lógica comercial y era razonable como proyecto de infraestructura; el turismo había dejado ingresos de casi 5 mil millones de dólares en 2004. Pero no hubo dinero para las partes más pobres de la ciudad, un tema clave cuando Katrina llegó a la ciudad.

A Cresswell le interesa marcar dos puntos en el tema de Katrina. En primer lugar, que la inversión en cierto tipo de transportes a veces impide que el dinero llegue a otro tipo de solución. En el caso de Estados Unidos, el automóvil ha sido tan subsidiado, y el Estado ha invertido una enorme suma en carreteras e infraestructura, mientras el transporte público recibía comparativamente una baja inversión. O que la política de construir nuevos tranvías para el turismo no fue acompañado por una inversión similar en las zonas más pobres, muy dependientes del transporte público. Segundo, esta política de movilidad le terminó sirviendo más a unos que a otros. Para quien no contaba con los ingresos para comprar un automóvil, le quedó un pésimo transporte público. Y en el caso de New Orleans en agosto de 2005, quedar a merced del huracán.

Sobre Tim Cresswell ya habíamos hablado en dos entradas:

Basica: On the move, de Tim Creswell
Sobre movilidades y viajes

Referencias bibliográfica

Cresswell, Tim (2006) “Epilogue” en On the Move. Mobility in the western World. New York, Routledge.

La foto de New Orleans tras el huracán Katrina fue tomada por Infrogmation y publicada en Flickr bajo licencia Creative Commons Attribution.

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