Gente que camina por ahí

Rastrear opiniones en contra del turismo no es una tarea tan compleja. Se lo puede hacer en libros, tanto de ficción como de opinión, y también en las afirmaciones de sentido común que hacen los habitantes de lugares que son, no tan paradójicamente, destinos turísticos. Me interesa en esta entrada resumir algunas de esas posturas “antiturísticas”, pero también señalar como algunas críticas no pueden ser etiquetadas sin más como “anti” turismo o viaje.

Una tradicional crítica en contra del turismo es la que lo opone a la categoría “viaje”. Mientras que en algún momento una elite “sabía viajar”, la masificación de la posibilidad de trasladarse a otros destinos lleva consigo la llegada del turismo, entendido negativamente como una forma de movimiento estandarizado y sin mayor valor. Se trata de una forma tradicional de condena de los cambios en un segmento, en este caso el del turismo. Los “nuevos” carecen de clase, y no son dignos de ser llamados “viajeros”. Claro, este tipo de crítica suele esconder diversas formas de clasismo. Y no se suele sustentar en un análisis de prácticas, ya que las actividades de los “presuntos viajeros” en realidad solían ser idealizadas.

Un segundo tipo de críticas condena al turismo por vaciar de sentido la idea de viaje. Los turistas se mueven de manera masificada; llegan a destinos que apenas conocen -o ni siquiera tienen deseos de conocer-; demandan servicios similares a los que tienen en sus lugares de origen; y por último sólo quieren entretenimiento, y no tienen el menor interés en lo cultural. Se trata de una caracterización muy negativa del turista, que asocia su comportamiento con la planificación fordista del turismo masivo. Al igual que la primera, suele esconder una crítica clasista, pero también tiende a homogeneizar por completo las grandes diferencias entre las distintas formas de turismo. Y es una posición que hoy es muy difícil de defender, debido a la profunda diversificación del segmento turístico y de los estilos de viaje. A tal punto que hoy pueden venderte un destino turístico porque, justamente, es “poco turístico”.

Ahora bien: existen otras formas de crítica del turismo que no pueden ser llamadas de manera tan simple “antiturísticas”. Debido a que la industria del viaje y muchos medios especializados tienden a remarcar una imagen del turismo que sólo habla de las cosas positivas -descanso, felicidad, conocimiento, etc- es relevante destacar que hay corrientes de análisis que, desde la economía y las ciencias sociales, tienden a marcar los problemas ocasionados por el movimiento de personas con fines de ocio. Contaminación ambiental, conflictos por las tierras, desplazamientos de habitantes locales, deterioro del patrimonio histórico, alzas de los precios de los servicios locales, pueden ser algunas de las dificultades ocasionadas. Llamar sin más a estas formas críticas del turismo simplemente como “antiturísticas” suele ser en realidad una estrategia destinada a anular toda posibilidad de crítica desde otros campos de estudio y trabajo. Y, en buena parte, responde a un tema puntual de agenda; a los estudios de ciencias sociales les interesan particularmente los aspectos conflictivos del turismo, mientras la industria del viaje no quiere saber nada de hablar de cualquier problemática riesgosa.

Rechazar las lecturas elitistas que separan viaje de turismo no implica anular la posibilidad de crítica, o de propuesta de nuevas agendas sobre el mercado de viajes. No todo es antiturismo simplemente porque se niegue a aceptar una agenda donde no se puede hablar de ninguna problemática conflictiva.

Referencias

Seaton, A.V., “Anti-tourism”, en Jafari, Jafar (Ed.) Encyclopedia of tourism. Londres, Routledge

3 comentarios en «Los usos del antiturismo»

  1. Bienvenido el debate.
    La primer crítica carece de sustento, ni debe ser analizada.
    La segunda, es totalmente aceptable y hasta en cierto punto comparto, pero de aplicación solo un tipo de turista, no se debe generalizar. No es una crítica al turismo sino a un grupo de turistas. De todos modos, esto no quiere que todos los impactos que generan sean negativos. Recordemos algunos de los efectos positivos: generación de empleo, llegada de divisas, etc.

    La tercera, es la que los profesionales del turismo mas tenemos que hacernos cargo. Son causadas por la falta de planificación y el crecimiento descontrolado del sector. Todos estos aspectos son previsibles y evitables. Para esto, se debe tomar el turismo como una política de estado, realizar planes estratégicos que incluyan estas problemáticas y actuar en consecuencia. Requiere trabajo y tomar medidas que no van a ser del agrado de todos, pero si no se toman, los destinos se terminarán dañando irreparablemente.

  2. Leandro, sería muy bueno debatir diferentes casos de gestión de destinos turísticos, y marcar las cosas que se han hecho bien y mal, en tanto, efectivamente, se pueden marcar consecuencias positivas -como las que señalás, como empleo, divisas, etc- y negativas -como deterioro del patrimonio natural y cultural. El segundo punto es bastante conflictivo, porque puede implicar tomar medidas destinadas a preservar ese patrimonio, y que puede afectar el negocio de algunos actores del mercado.

  3. Claramente te colocás en la tercera opción. De las tres posiciones “antiturísticas” es la única que no esconde un “cierto clasismo”. Por tanto estás idealizando este tipo de crítica también.

    La primera posición de “viajeros eran los de antes” o “vos no sabés viajar” es un poco idiota y de falta de miras.

    En cuanto a la segunda, he visto opiniones bastante equilibradas. Criticar -por ejemplo- que el turista se preocupe más de poner chequecitos en su listado de monumentos -y estresarse por ello- que de vivir una experiencia agradable me parece totalmente válido y sin clasismo. Mucha de la crítica y de la posición “viajero vrs. turista” que he leído va por ahí. Es decir, hablando en argentino: “disfrutá tu viaje, no seás boludo”.

    Con respecto a la crítica de los efectos del turismo estamos de acuerdo. Ver sólo lo bonito es la posición más cómoda desde todo punto de vista. Pero digamos que un operador turístico o un hotelero no se va a dedicar a la crítica dentro del marco de su profesión. No le corresponde. Lo que sí le correspondería es escuchar a la crítica y tomarla en cuenta para sus decisiones.

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