Viajes y el costo del terrorismo

Flying sucks (by Robert Scoble)

En los últimos días estuve leyendo de manera bastante fragmentada Superfreakomics, la segunda parte de Freakonomics, de Steven Levitt y Stephen Dubner. El libro está por debajo de mis expectativas; algunos capítulos son bastante aburridos -como el dedicado al tema del altruismo- y otros tienen un nivel de argumentación cuya seriedad y responsabilidad puede ser puesta en duda -el que analiza el tema del calentamiento global, donde queda claro que no entendieron mucho del tema. Es cierto que los autores ya han perdido el factor sorpresa, y que han aparecido en los últimos años varios títulos que trabajan temas cercanos al Freakonomics original, pero la selección de temas no parece haber sido la mejor. Si ya compraron el primero, pueden evitar gastar dinero en Super Freakonomics, no agrega nada y aburre.

Pero más allá de lo que me parece el libro, el segundo capítulo de Superfreakonomics tiene un análisis sobre los “costos del terrorismo”. Como algunas acciones se concentraron en los últimos años en el transporte, en particular el aéreo, me pareció interesante citar una parte del capìtulo 2, para que tengan algunos datos más sobre el costo de las “medidas de seguridad” en el mercado aéreo, y que ya habíamos comenzado a analizar en La politica del miedo: aviones y seguridad:

“El terrorismo es efectivo porque impone costos a todos, no sólo a sus víctimas directas. El más importante de estos costos es el miedo a un futuro atentado, aunque este miedo sea sumamente desproporcionado. La probabilidad de que un norteamericano medio muera por un atentado terrorista en un año dado es de aproximadamente de uno entre cinco millones. Tiene 575 veces más probabilidad de suicidarse.

Consideremos también los costos menos obvios, como la pérdida de tiempo y de libertad. Piense en la última vez que pasó los controles de seguridad de un aeropuerto y le obligaron a quitarse los zapatos, pasar por el detector de metales en calcetines y después andar tambaleante mientras recogía sus pertenencias.

Lo bueno del terrorismo -si es que usted es terrorista- está en que puede tener éxito aunque fracase. Nos sometemos a esa rutina de los zapatos por culpa de un inglés incompetente llamado Richard Reid, que aunque no pudo hacer estallar la bomba de su zapato, nos hizo pagar un alto precio. Pongamos que, como término medio, se tarda un minuto en ponerse y quitarse los zapatos en el control de seguridad de un aeropuerto. Sólo en Estados Unidos, este procedimiento se repite aproximadamente 560 millones de veces al año. Quinientos sesenta millones de minutos equivalen a más de 1065 años, lo que, dividido por 77,8 años (la esperanza de vida media en Estados Unidos) da un total de 14 vidas humanas completas. Así pues, aunque Richard Reid no logró matar a ninguna persona, se cobró el equivalente de catorce vidas al año”

Por cierto, el ritual de sacarse los zapatos en la revisión en los aeropuertos no es un tema global. Se da en los aeropuertos de Estados Unidos, pero en muchos otros países tal medida de seguridad no se aplica.

Pero hay otro punto interesante de los “costos colaterales” sobre el terrorismo; en este caso, ligado al “miedo a volar” tras los atentados de 2001 en Estados Unidos:

“Los costos directos de los atentados del 11 de septiembre fueron enormes -casi tres mil vidas y pérdidas por valor de 300 mil millones de dólares-, lo mismo que los costos de las guerras que Estados Unidos emprendió en Afganistán e Irak como respuesta. Pero consideremos también los daños colaterales. En solo tres meses, después de los atentados, hubo en Estados Unidos mil muertos más de lo normal en accidentes de tráfico. ¿Por qué?

Un factor que contribuyó mucho fue que la gente dejó de viajar en avión para hacerlo en automóvil. Kilómetro a kilómetro, conducir es mucho más peligroso que volar. Pero un aspecto interesante que demuestran los datos es que la mayoría de aquellas muertes de más en accidentes de tráfico no ocurrieron en las carreteras interestatales, sino en las carreteras locales, y se concentraron en el nordeste, cerca de donde tuvieron lugar los atentados terroristas”.

Las citas están tomadas de las páginas 90 y 91 de Superfreakomics, de Steven Levitt y Stephen Dubner, Buenos Aires, Debate / Editorial Sudamericana, 2010 -la edición original es de 2009. Por cierto, si buscan en la Red, encontrarán muchas críticas al libro, en particular al capítulo sobre el “enfriamiento global”, donde se ponen en evidencia los errores en el análisis o la presentación parcial de hechos. Una referencia interesante es esta columna en The New Republic. La foto que abre la entrada fue tomada por Robert Scoble y publicada en Flickr bajo licencia Creative Commons Attribution.

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