Las dimensiones del souvenir

Liberty Souvenirs (by Sister72)

(Algunas notas sobre dos dimensiones del souvenir, a partir de los planteos de Jon Goss)

Habitualmente, tendemos a analizar al souvenir, ese objeto tan ligado con el turismo, desde una perspectiva muy amplia, que invoca ciertas tendencias macroeconómicas. En ese sentido, en este blog ya hemos analizado las relaciones entre el souvenir como un “elemento representativo” de un lugar y su tensión con ciertas perspectivas de la producción, donde se tiende a producir elementos homogéneos que luego se “personalizan” marginalmente para ser vendidos en ciertos lugares. Por ejemplo, las “esferas” llenas de agua que contienen elementos característicos de zonas de playa, y que son relacionados con ciertos destinos sólo porque se cambia el nombre que llevan dentro. A veces, estas “personalizaciones” no son muy exitosas, como mi ejemplo sobre el muñeco de nieve con la leyenda “Mar del Plata”, que se vendía en esa ciudad argentina en una casa de regalos turísticos, a pesar de que allí rara vez nieva -todos los enlaces a entradas anteriores sobre el tema souvenires, al final del texto.

Pero si nos quedamos sólo con el lado de las “tendencias macro”, no terminaríamos de entender mucho de lo que alienta la compra del souvenir. Tenemos más bien una relación entre dos elementos. Por un lado, un objeto que evoca un espacio lejano, al que hemos accedido de manera temporal, y que es “narrado” de una manera socialmente convencionalizada -o sea, ciertos elementos se han convertido en “característicos” de un sitio. Pero por otro, ese objeto evoca una historia personal ligada con su adquisición, y que nos permite reconstruir nuestra experiencia del viaje. El souvenir evoca, entonces, representaciones colectivas y personales sobre un destino.

Para Jon Goss -referencias al final- el souvenir condensa, por un lado, una cierta dimensión “sagrada” que remite a una “esencia del lugar”, y que es la razón por la cual compramos ese objeto. Pero, por otro, el souvenir no deja de ser algo producido en serie, pero que adquiere esa individualidad en contacto con su “esencia de lugar” y su conexión con nuestra historia personal de viaje; por ejemplo, demostrar que “hemos estado allí”.

No deja de ser particular que no dejemos de hablar de “lo sagrado”, incluso cuando nos estamos refiriendo a un objeto producido en serie. Para analizar eso, Goss recurre al análisis del fetiche en Karl Marx y Walter Benjamin. En particular, a partir de Benjamin, Goss da cuenta de como el souvenir reconstruye el mundo del “otro” diferente a partir de condiciones comprensibles dentro de una economía y una racionalidad de mercado. En este punto, nos vemos tentados a volver al principio de esta entrada; las historias personales ligadas a ese objeto adquieren sentido dentro de las representaciones colectivas sobre el destino que visitamos, pero también las prácticas que asociamos al turismo. Por ejemplo, la adquisición de recuerdos, que en muchos casos regalamos a la gente que queremos. Las asociaciones con lo religioso no dejan de aparecer en relación al turismo; al fin y al cabo, los masivos movimientos de personas en la temporada alta puede ser analizada desde una perspectiva que las relaciona con las peregrinaciones. Y eso para no entrar en el tema de la “búsqueda de la autenticidad”, donde resuenan ecos religiosos aún más obvios.

Artículos anteriores sobre souvenires en este blog:

Souvenires y globalizacion: simbolos locales y objetos transnacionales
Souvenires y los limites de la experiencia
Souvenires: hipotesis sobre la memoria y los objetos
Sobre la turistificacion del dolor

La referencia bibliográfica:

Goss, Jon (2005) “The souvenir and the sacrifice in the tourist mode of consumption” en Cartier, Carolyn y Alan Lew (2005) Seductions of place. Gepographical perspectives of globalization and touristed landscapes. Londres y New York, Routledge.

La foto de los souvenires de New York que abre la entrada fue tomada por Sister72 y publicada en Flickr bajo licencia Creative Commons Attribution.

3 comentarios en «Las dimensiones del souvenir»

  1. En este viaje, estoy tratando de no comprar muchos souvenirs y hasta ahora lo vamos logrando!!! Creo que todo lo que compramos hasta ahora fueron dos piramidecitas de chichen itzá de U$S 1, para regalar :-P

  2. Es interesante la fuerza icónica de algunos objetos. Volví de Bahía hace unas semanas y allá es impresionante cómo las cintitas del Senhor de Bonfim colonizaron toda la iconografía del lugar: remeras, bolsos, toallas, pareos, todo juega con el diseño de las famosas “fitas”. Es impresionante también cómo, más allá de que uno no sea religioso y sepa hasta qué punto se trata de una movida marketinera, cuesta irse sin una cintita, como si fuera una transgresión al espíritu mismo del viaje no respetarle ese capricho -hoy de mercado- al lugar que se visita.

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