Unesco, el patrimonio y el turismo

Hace algunas semanas, el diario inglés The Independent publicó una nota, en la que se preguntaba si la declaración, por parte de UNESCO, de ciertos sitios como “patrimonio universal”, más bien los dañaba antes que preservarlos. La razón es simple: en lugar de promover políticas responsables orientadas a un desarrollo sustentable de los sitios, la declaración es usada como una herramienta de marketing. Así, la declaración de un sitio como “patrimonio universal de la humanidad” la incluye en un listado de “lugares que hay que visitar sí o sí”.

La nota de The Independent señala que si alguien está muy interesado en obtener el sello de UNESCO son los mismos sitios, que quieren tener más visitantes que lleguen hasta el lugar a pagar entrada. Aunque muchas veces no se encuentren listos en absoluto para lidiar con grandes cantidades de turistas, y el mismo lugar se vea en peligro en el mediano plazo.

En todo el mundo hay 878 sitios que están clasificados como “patrimonio universal de la humanidad”. ¿Tiene capacidad UNESCO de hacer una revisión de todos ellos, para garantizar que se sigan políticas adecuadas de conservación?

El punto no es encontrar sitios bien administrados, y que están catalogados por UNESCO. Seguramente muchos de ellos tienen una buena gestión. El tema central es si la clasificación de “patrimonio universal de la humanidad” alienta las políticas de preservación de un sitio, o más bien refuerzan las tendencias a la explotación comercial no sustentable a mediano plazo.

Hace algunas semanas, en este blog publiqué Purmamarca, el turismo y el valor de la tierra, donde analizaba el caso de la Quebrada de Humahuaca, en el noroeste de Argentina. Desde que la zona fue declarada Patrimonio Universal por UNESCO, el paisaje de la zona ha cambiado rápidamente. Han aparecido muchos hoteles, se ha modificado el aspecto urbano de las principales poblaciones, y buena parte del “patrimonio cultural” se ha visto comprometido. Y el precio de la tierra se ha incrementado de manera significativa, a tal punto que los habitantes locales han comenzado a hacer manifestaciones ante la imposibilidad de tener tierras donde vivir. En el caso de la Quebrada claramente deberíamos discutir sobre las consecuencias reales de la declaración de UNESCO.

Para leer la nota de The Independent, sigan este enlace (visto originalmente en Rebuilding Place in a Urban Space).

11 comentarios en «Unesco, el patrimonio y el turismo»

  1. Jorge, leí tu artículo de Purmamarca y te comenté que desde mi experiencia personal y profesional había notado un cambio a menos en dicho lugar, a partir de haber recibido el “sello”. No tengo claro sin embargo, de quién es legalmente la responsabilidad de gestión y control del patrimonio (de nadie pero de todos) desde ese momento. Unesco solamente, gobierno local solamente, gobierno con control de Unesco, ambos?.
    En Barcelona hubo polémica hace unos meses por la ampliación del Parque de diversiones situado en el Parque Collserola (protegido), en el que se permitió la deforestación (teóricamente no autorizada) para montar una nueva atracción. Todo apunta a dinero de por medio.
    Saludos.

  2. Muy interesante Jorge, fijate que en la revista Ñ del ultimo sabado salió un apartado muy interesante al respecto de la declaración y la actual situación de la quebrada.
    Saludos

  3. Cañete, interesante lo de la revista Ñ. Por desgracia, Clarín no publica esos contenidos en Internet. ¿Alguien podrá sacarle una foto al artículo para poder hacerlo circular?

  4. Hola a todos,
    les comento que justo en estos días estoy cursando el tramo presencial de un posgrado llevado adelante por la cátedra Unesco de Turismo Cultural que se llama “Patrimonio y Turismo Sostenible”. El caso de la Quebrada de Humahuaca es más transitado en todos los ejemplos. Y, sí, la pregunta de para qué cuernos sirve la declaración de patrimonio aparece sobre la mesa a cada rato. Todavía no logré entender de qué manera concreta opera Unesco para garantizar la preservación del patrimonio (qué se preserva es otra discusión, y no menor). Específicamente, ¿mandan inspectores? ¿cuántos? ¿cada cuánto? ¿con què poder resolutivo? ¿priorizando qué? (¿lo edilicio, lo natural, lo cultural, lo social? ¿cómo se deslindan?). ¿Mandan plata? ¿cuànta? ¿a quién se la dan exactamente y bajo qué condiciones? En cuanto lo averigüe mejor les chiflo, pero desde ya que es una cuestión compleja. Saludos.

    1. Marcela, sería interesante que más adelante comentes algo más sobre el tema de la supervisión de las políticas de los sitios declarados como “patrimonio universal” por UNESCO. Es material valioso para discusiones futuras.

    1. Ricardo, no hay problema con las felicitaciones. Pero siempre me gustan más los aportes en las opiniones y las sugerencias sobre temas a cubrir en el futuro.

  5. En cuanto lo tenga un poco más claro, les comento. Por ahora, lo único que surge de las declaraciones es que las acciones concretas quedan perdidas en la maraña burocrática, y el único que se abre camino a paso firme es el mercado. Pero eso no es ninguna novedad.
    Saludos

  6. El ser humano vive el conflicto entre ser uno mismo y adaptarse a los demás. A nivel comunitario, este conflicto se da entre “identidad” y globalización, y muchas veces se reduce a “tradición” versus cambio.

    Hay una minoría que se ubica en cada uno de estos extremos (ej. fanáticos de la identidad/tradición que desprecian todo lo foráneo/modernidad y fanáticos de lo foráneo/cambio que desprecian todo lo identitario/tradicional), pero la gran mayoría vive un conflicto interno y están divididos o tratan de conciliar ambos y basar la autoestima en que los demás los estimen. El cambio cultural es este fluir de la adaptación a un ambiente externo y la tradición.

    Es saludable que haya extremistas de la identidad, pero ellos son parte del ambiente cultural y la única manera de que un colectivo cambie es la lenta deriva educacional. Las revistas, los discursos, los programas de televisión

    El elitismo soberbio de los fanáticos del patrimonio que creen que la mayoría es lesa y no sabe apreciar lo que tiene puede ser hasta contraproducente. Los ingenieros que creen que este proceso de “amar y sentirse orgulloso de lo propio” puede fomentarse, caen en la lógica empresarial del turismo, donde lo importante es inventar una identidad glamorosa (ej. la gastronomía, que es tema de unos pocos países satisfechos) y “vender” la experiencia de lo “very typical” en un mundo globalizado.

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