No va a pasar nada, o la fe del viajero

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Es una mañana de sol en Cusco. No llueve, así que es un gran día para recorrer la ciudadela, y para subir al Huayna Picchu, la montaña situada enfrente, desde donde se tiene una vista espectacular. Y Denis Pankin, un ciudadano ruso que visitaba por primera vez Perú, hizo lo que mucho de nosotros hubiéramos hecho en ese hermoso día: subir. Pero, de la nada, cayó un rayo, y lo mató.

El hecho es real, y sucedió el 18 de octubre de 2004. Fue el único que murió por la caída del rayo; otros turistas sólo perdieron el conocimiento por algunos instantes y tuvieron magullones por la caída. Una detallada crónica de lo que sucedió, firmada por Sergio Vilela, fue publicada por la muy buena revista peruana Etiqueta Negra, que hace poco editó un número recopilación de sus mejores crónicas, bajo el nombre de “Grandes éxitos”, y que por estos días se consigue en Lima.

Es particular lo que nos sucede muchas veces cuando viajamos. Cuando queremos conocer un lugar, opera un especie de suspensión de la posibilidad de que sucedan imprevistos; una especie de irracional y esperanzada fe en que nada malo sucederá. Al menos, en mi última visita a Chachapoyas, muchos me dijeron que era temporada de lluvias, que no era la mejor época para ir, que las rutas estaban malas, que había accidentes… Y en ningún momento se me pasó por la cabeza no ir. Simplemente, la decisión estaba tomada. ¿Por qué esa fe en que todo irá bien? ¿Por qué esa especie de invulnerabilidad que nos asalta, esa asunción incorregible de que todo irá bien? Es sabido que las cosas malas que pasan en el viaje finalmente se transforman en buenas anécdotas. Pero eso es porque en el fondo no nos ha pasado nada realmente grave.

Pero el pobre Denis Pankin fue a visitar uno de los lugares más populares y turistificados de la región, y murió allí. Su mala suerte fue increíble: le cayó un rayo en un día de sol. Y no murió carbonizado. En realidad, murió por el golpe en las rocas, debido a que el rayo lo arrojó a varios metros; de haber caído mejor, se hubiera salvado, como el resto.

Pero a nosotros no nos va a pasar nada malo, ¿no?

Un fragmento bastante extenso del artículo (casi la mitad) se puede leer en el sitio de Etiqueta Negra. El resto, al menos por ahora, sólo está disponible en la versión impresa.

3 comentarios en «No va a pasar nada, o la fe del viajero»

  1. no soy persona mística, pero en huayna picchu se percibe una energía tan intensa que no creo que nada de lo que pase ahí sea fortuito.

    igual viajando yo me le animaba a cualquier cosa hasta que en Iruya casí me mato escalando una montaña, caí de espaldas y no me golpeé la cabeza sólo porque tenía la mochila puesta. desde ahí mi fe de viajero es más precavida

  2. Hay que ser optimistas. A pesar de todo creo que la reacción psicológica adversa también ocurre: y si me pasa esto? y lo otro? y si no son suficientes camisetas? y si me pasa algo allá? y si la maleta pesa demasiado?… jeje, cosas más sencillas que también preocupan…

  3. Creo personalmente que las cosas que deban pasar pasarán.Solo debemos andar “calmos”, sin ansiedad, disfrutando de todo lo que podamos absorber de esta bella vida de viajero porque quizá nunca más pasaremos por allí.
    He tenido reveses pro siempre fueron superados.Estar abiertos pero atentos y muuuuy tranquilos sobre todo es nuestra forma de vivir los viajes… esos regalazos que Dios nos da y que la vida decidirá hasta cuando serán no?

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