Los diferentes significados históricos del viaje

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Durante muchos años, uno de los valores más rescatados del viaje era su oposición con la vida cotidiana. Mientras que el día a día nos obligaba a permanecer en un mismo lugar, a cumplir horarios fijos y tareas rutinarias, el viaje aparecía a los ojos de las personas como todo lo contrario: como la movilidad, la no sujeción a horarios, a practicar actividades novedosas. La estructura cotidiana que necesitaba el sistema económico fordista y su cadena de montaje tenía, desde ya, mucho que ver con ello. Para vivir de nuestro trabajo, debíamos renunciar a nuestra movilidad, al menos la mayor parte del año.

Pero desde hace 20 años, las cosas están cambiando. Nuestras rutinas cotidianas son cada vez más móviles, menos previsibles, más azarosas. Las actividades económicas que más crecen cada vez son más deslocalizables, y hemos llegado a tal punto que muchos trabajos se pueden ejecutar desde cualquier lugar que cuente con una razonable conexión de banda ancha. Estamos en tiempos mucho más móviles. Es cierto que estos movimientos históricos se dan en el largo plazo, y no implican una ruptura radical e inmediata con nuestro pasado. Muchos de nosotros aún tenemos empleos que requieren, al menos una parte del tiempo, de nuestra permanencia en una residencia fija. Pero está claro que buena parte de esa “obligación” es más un producto de una larga tradición de ordenamiento en el mundo del trabajo. Muchos trabajos se podrían deslocalizar sin problemas terribles, pero para lograr ese cambio cultural habrá que esperar varios años más. Y que las empresas, claro, caigan en la cuenta de los beneficios que pueden recibir de ese cambio.

Pero el punto que me interesa remarcar es simple: ¿cuál será el valor del viaje en una era donde ya no podrá construir su valor en oposición a una vida cotidiana inmóvil? Hoy, que cada vez hay más trabajadores remotos, no es descabellado pensar que en algunos años haya personas que viajen y a la vez puedan desempeñar ciertas actividades en el sector servicios, a la manera en que lo hace un periodista de viajes. Si nuestra vida se hace cada vez más móvil, ciertos valores asociados al viaje ya no serán distintivos. ¿Llegará el momento en el cual, para la mayor parte de las personas, la movilidad sea parte de su rutina cotifdiana? Aclaro que estoy limitando el alcance de estas especulaciones a aquellos que tienen que desempeñar trabajos pagos. Otras problemáticas, como las de los refugiados, merecen un análisis aparte.

Para algunos, esta “movilización” de la vida cotidiana terminará, como hipotetizan Scott Lash y John Urry en su libro Economías de Signos y Espacios, en el fin del turismo. Sin querer ser tan categóricos, al menos podemos decir que, en los próximos años, los valores asociados al viaje van a cambiar, y mucho. Tanto como está cambiando nuestra vida cotidiana y nuestros trabajos.

5 comentarios en «Los diferentes significados históricos del viaje»

  1. Muy interesante la reflexión. Mi opinión es, que aunque ciertamente la movilidad en determinados aspectos cada vez es mayor, las personas que tienen una mentalidad del tipo “por fin es fin de semana, y puedo quedarme tranquilo en casa sin salir” son ahora y serán siempre las mismas. Es decir, el que realmente tenga interés en viajar, lo seguirá teniendo por mas que su día a día sea andar de un lado del mundo para otro… y seguramente, nunca lo llamará a eso “rutina”

    Pd: Aunque no tiene que ver, te agradezco tu trabajo en este sitio y dentro de un par de días voy por Purmamarca… ;)

  2. Purmarmarca, humahuaca, cuzco y ollantaytambo… son lugares que te cambian…(almenos a mi me cambiaron) uno no puede seguir igual si pudo relacionarse con esos lugares…..

  3. Lamento disentir con la teoría expuesta , el hecho de que el individuo se encuentre inmerso en una cultura que lo define como ser social y le propicie una determinada identidad ,hace que sea imposible conocer por completo la totalidad de las mismas. De esta manera el turismo conserva una de sus atribuciones fundamentales , el intercambio cultural. Además , el planteo de un trabajo en constate desplazamiento resulta inconcebible ya que la territorialidad es un factor determinante para el desarrollo de una comunidad porque configura el escenario de actuación de los procesos sociales , políticos, culturales y económicos. Sin un lugar al que pertenecer o por el cual contribuir para el desarrollo, las naciones no tendrían razón de ser por lo que deduzco que la desaparición del turismo trae aparejada la desaparición del Estado-Nación . Esta idea resultaría en el fin del paradigma económico actual. Las multinacionales, los grupos económicos y las elites de poder permitirían que esto pase? El único modo sería una revolución violenta que se traduciría en una guerra cuyas consecuencias traerían consigo no solo la desaparición del turismo sino la extinción de toda forma de vida similar a la actual.
    Luego de haber observado este enfoque catastrófico sobre el fin de la actividad turística, propongo una evolución de la misma en base a la conformación de un viajero cada vez más comprometido con aquellos destinos a los que desee visitar. Esto implica un desapego a la imagen e idealización provenientes del marketing, para de este modo desarrollar la actividad de manera plena , conciente y con dominio del autocondicionamiemto por sobre las pautas de comportamiento impuestas o inducidas. El turismo debe realizarse en un contexto de libertad en el cual cada individuo establece sus condiciones y lleva a la práctica el verdadero sentido del ocio incorporando el descanso , la recreación y la creación.

    Gracias por el espacio y por promover las discusiones sobre estos temas tan interesantes. Mis saludos.

  4. Gonzalo, no lamentes disentir. Justamente, el carácter bastante hipotético de muchas de mis entradas buscan, justamente, dar cuenta de algunos estados de discusión sobre temas puntuales. Aún cuando coincido que la territorialidad sigue siendo, indudablemente, uno de los factores centrales de organización de nuestra vida, es claro que hay además signos cada vez más visibles de la reorganización de la vida social y laboral en claves cada vez menos atadas a esa organización territorial -y a la vez, signos políticos que buscan limitar esa movilidad, como el creciente número de legislaciones restrictivas al movimiento de personas entre países. La entrada, en ese caso, hace un énfasis sobre el tema de la movilidad y la identidad que, evidentemente, debería ser matizado. En todo caso, no deja de ser interesante discutir sobre cual será el status diferenciador del turismo en un mundo donde la movilidad ya no es más la excepción, sino que es una categoría que implica mucho más que viajar físicamente, y que se puede aplicar a muchas áreas de lo social. Veré de desarmar el tema en varios ítems, como para poder discutirlo puntualmente en futuras entradas.

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