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Entre las cosas que me quedaron colgadas de mi viaje a Brasil, está el número 140, febrero 2006, de la revista Trip, que tiene una buena cantidad de páginas dedicadas al tema de los viajes -la página Web es un desastre, pero por las dudas incluyo el enlace. Hay una interesante entrevista a Tony Wheeler, el fundador de las guías Lonely Planet, hecha por Thiago Lotufo, que no sólo es bastante extensa, sino que además da mucho placer leer. Pero de la entrevista hablo el lunes. Me quería detener en una de las preguntas. Traduzco:

Periodista: Recientemente, una investigación encontró que los países más felices no eran necesariamente los más ricos. Puerto Rico, por ejemplo, tiene uno de los PBIs más bajos del mundo pero la población más feliz. Como ve usted eso?
Tony Wheeler: Creo que las personas de los países ricos que son infelices son asi no por causa de las cosas básicas de la vida, sino porque sus expectativas son altas, y esperan que su felicidad aumente de acuerdo con esas expectativas o riqueza. Pueden ser infelices, pero lo serían mucho más si tuvieran que enfrentar problemas de trabajo, comida y salud.

El tema no deja de ser interesante, en tanto suele ser una observación que muchos viajeros hacen en algunos países pobres, y en particular en algunas zonas de Brasil: ¿cómo pueden estar siempre felices si no tienen un peso, si viven en casas precarias, si les faltan tantas cosas? Para muchos de nosotros, aferrados a una forma de ver la vida muy asociada a las cosas que tenemos, la ausencia de algunos bienes es un equivalente directo de la infelicidad.

Desde ya, no tengo muchas respuestas sobre el tema, ya que resulta un tanto incómodo hablar de manera tan general. Sin embargo, muchas veces he visto que los lugares donde la productividad era muy baja, solía tener gente más feliz. O sea, aquellos sitios donde menos obligación de trabajo existía, muchas personas están más relajadas, más orientadas a la diversión y menos obsesionada con estar todo el tiempo haciendo dinero. Es lo que algunos llaman “calidad de vida”, que no siempre está tan ligada con la cantidad de dinero. El tiempo de ocio también es importante, pero para ello deben existir sociedades con una configuración que legitime esa visión de “no es bueno trabajar tanto”. Claro que justamente esa disposición a tener más tiempo de ocio puede llevar a un país a crear menos riqueza, y por lo tanto volverse cada vez más pobre. ¿Serán más felices cuanto más pobres sean? Desde ya que no creo eso, ya que literalmente serían legitimar esa visión nefasta de que “la gente es pobre porque quiere”, como si todo fuera mera disposición individual, y las relaciones sociales no tuvieran mayor relevancia.

En el fondo, hablar de la relación entre pobreza y felicidad es referirnos a la ética del trabajo y a la productividad de ciertas naciones, y al lugar que ocupan en relación con la división mundial del trabajo y los servicios. Lo cual, claro, es mucho más complejo que dar cuenta de algunas conclusiones que hayamos sacado de nuestras experiencias por los pocos sitios que hemos visitado.

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