Nativos y viajeros, o las interacciones equivocadas III

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(Nota: las dos primeras partes de esta entrada se pueden ver aquí y aquí)

Los nativos tienden a desarrollar formas de protección contra la invasión de los turistas. Como plantea Quintín en su artículo (lo pueden leer aquí) una de las estrategias es la estigmatización. Esto es, considerar que alguien, sólo por el hecho de ser turista, no puede formar parte de nuestro grupo. Si bien por lo general las formas se guardan ante la presencia de los viajeros, muchas veces las frases condenatorias aparecen una vez que estos se han ido. Las formas de vestir, de pronunciar, de intentar ser simpáticos, etc, son destripadas sin ninguna delicadeza. En algunos destinos, los nativos literalmente odian a los turistas, y apenas si los toleran. Que ganen dinero con ellos no significa que no les pongan límites. Excursus: en algún caso, más bien se busca desalentar la llegada de un tipo de turistas -por ejemplo, los mochileros- para alentar la aparición de otros con mayor poder adquisitivo.

¿Por qué ese interés en marcar distancias? Mal que le pese al viajero, los límites con el nativo suelen ser duros de lo esperado. Como si todo el tiempo el interés fuera marcar quienes son el “nosotros” y quienes son “ellos”. Ciertas zonas de las ciudades pueden ser acomodadas para la presencia de los turistas. Pero basta con que nos alejemos un poco para perdernos fácilmente. Hemos entrado en el territorio del nativo, donde la mayor parte de los conocimientos para moverse por el territorio -micros, trenes, formas de comprar los boletos, etc- pertenecen a un arcón de saberes tácitos. Y la mayor parte de las veces, esos espacios urbanos ni siquiera aparecen en las guías.

Frente a ello, no sorprende que por lo general los turistas suelan quedar, en las grandes ciudades, limitados a ciertos enclaves precisos, en donde hay muchos servicios para ellos, y su presencia no llama la atención. Aventurarse más allá puede ser complicado, y en el caso de muchas ciudades, peligroso. Tal peligro puede ser real, o, en muchos casos, abiertamente estimulado por los agentes del campo turístico, interesados en que los turistas no salgan a gastar dinero fuera de la zona.

Y último punto, y con esto volvemos a la primera parte de la entrada: la percepción del turista como oportunidad de negocios. Por ejemplo, de poder venderle algo, o cobrarle más caro aprovechando su desconocimiento. Cosas así pasan en todos los destinos, aunque claro que en algunos de ellos es bastante peor -y si tienen alguna duda, miren este interesante compendio de consejos de cómo viajar por la India. Esa percepción del otro como “negocio” no es algo que únicamente perciba el nativo; es algo que turistas y habitantes locales comparten, y que muchas veces aumenta el recelo entre ellos. Un caso interesante es el regateo; mientras que en muchos lugares del mundo es más bien parte de las relaciones sociales derivadas del comercio -una forma tradicional de interactuar con el otro- muchos viajeros occidentales tienden a verlo como un permanente intento de estafa. Y en vez de jugar el juego de la interacción, ponen cara de vinagre y se disponen a discutir con quien lo haría con un estafador.

Como verán, analizar y describir las formas de interacción entre habitantes locales y turistas es decididamente complejo y variado. Lo cual no quiere decir que no sea posible aislar ciertos tipos de comportamientos y prácticas más usuales, en particular cuando el mercado turístico cada vez se globaliza más.

4 comentarios en «Nativos y viajeros, o las interacciones equivocadas III»

  1. Es totalmente cierto!!!!!!
    Ahorita no estoy en mi cd; Tampico;al norte de Mexico; pero checa: cada semana Santa;se inunda de turistas generalmente Regiomontanos, uno q otro gringo y canadienses, en esas fechas NINGUN tampiqueno se aparece por la playa, la razon: no toleran los turistas, y por lo q he escuchado ni los turistas nos toleran a nosotros!!! dicen q la playa es horrible (pero regresan cada anio), y ademas no se dan cuenta q antes de su llegada la playa es limpia; se qejan q todo es caro (y como bien dices hasta regatean con los indigenas q viven de vender manualidades q tardan hasta meses en hacerlas), pero en su cd todo cuesta el doble; y si alguien les ofrece hospitalidad, bueno se toman no solo la mano si no hasta el pie; pero de todas formas no podemos vivir los unos sin los otros; relacion amor-odio; jaja!!! Tambien he conocido turistas; q como bien dices han planeado hacer negocio, y ya hasta en mi ciudad; en la q apenas unos 5 anios no habia mas qsolo 1 hotel en la playa; se esta llenando de hoteles; villas; casas; apartamentos; q como debes suponer ya hasta se corre el rumor de q sea privatizado para q los de la zona de Tampico no entremos ahi!!!!!! si no estara mal el mundo!!! ahora los del lugar vamos a playas donde no haya tanto comercio turistico!!!, Felicidades por tu articulo!

  2. En este link
    http://www.asatej.com/nota.php?codigo=335 hay una nota con consejos (!) sobre el supuesto “arte de regatear”. A mi personalmente me produce cierto pudor el regateo… no sé, no puedo evitar sentir que tiene un dejo de “abuso” por parte del turista… Puede ser que los nativos también entren en este “juego” o que incluso lo propicien, pero también creo que esto se debe en gran parte a la imposibilidad (o inconveniencia)de colocar sus productos en otros mercados… Por eso, el regateo se me figura como una forma de sacar ventaja de esa situación. (Y ni hablar de las veces en que, como dice Diana,no se valora el tiempo, el esfuerzo y las habilidades que se necesitan para hacer esas artesanías tan hermosas que encontramos en Latinoamérica) Vos qué opinás Jorge? Porque la verdad es que es un tema que siempre me ha inquietado…

  3. El regateo puede ser visto tanto como una relación comercial como una interacción entre dos o más personas. Al menos desde mi punto de vista, ese proceso de “discusión” por el precio es una manera de entablar una charla sobre tu procedencia, sobre las razones de porqué deberían bajarte el precio, etc. Si no te gusta el valor que te piden, no compras y punto. Me cansé de ver gringos que, ante vendedores de artesanías que les pedían, digamos, 100, a los gritos decían “te doy 30”, y seguían a los gritos con sus 30. El regateo no es la relación entre un estafador y un estafado, sino el uso estratégico de la desigualdad de la información. Por un lado, el vendedor piensa que, frente al turista extranjero que desconoce los precios locales, podrá sacar algo más. Por el lado del turista extranjero, busca conseguir ese producto a un valor económico en dólares, ya que piensa que el nativo desconoce el valor de que está vendiendo en el mercado internacional.

    El regateo, claro, no nació con el turismo, sino que es una forma social de comercio que se daba mucho antes; de hecho, se aplica más bien al terreno de las artesanías y no tanto a otras actividades comerciales -aunque en algunas zonas de América Latina se puede llegar a regatear, depende las circunstancias, hasta los precios de los micros.

    Pero el tema del regateo es muy interesante, y está lejos de las simplificaciones víctima – victimario, aunque desde ya siempre habrá quienes quieran aprovecharse de las asimetrías en la información sobre el valor de los productos.

  4. Todo lo que queráis pero en Alemania no se regatea nada y en Túnez sí, por algo será.

    En mi estancia en el norte de ??frica evité sistemáticamente la adquisición de cualquier producto que me obligara a regatear en el precio. No tengo tiempo para hacer el mono con los comerciantes locales empeñados en aprovecharse de mi. Y es que nos meten a todos los europeos en el mismo saco, como si el nivel adquisitivo de un español fuera el mismo de un inglés.

    Algunos igual dais por supuesto que el precio ya es barato sin regateo y que los turistas disfrutan bajándolo, pero no es así. Luego se provoca una inflación que espanta al turismo.

    Por cierto que en Túnez se empeñan en venderte alfombras bajo presión y les importa muy poco que a ti no te interesen las alfombras, cuando lo que quieres comprar es vino y aceite y lo encuentras con dificultad.

    Regateo y subdesarrollo se llevan muy bien.

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