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La noche en que estaba por tomar el tren desde Ollantaytambo hacia Aguas Calientes, se nos acercó un niño de la zona para conversar. Nos llamó un poco la atención su actitud tan comunicativa, hasta que nos preguntó si teníamos reservado hotel al llegar a Aguas Calientes. Obviamente, nos dio una tarjeta del hotel, y al llegar, nos acompañó hasta él. No podemos quejarnos mucho, ya que nos dejó en un lugar muy limpio y nuevo, que si bien era un poco más caro de lo que esperábamos -unos 20 soles por persona, casi siete dólares- cumplía por mucho nuestras exigencias. El lugar se llama Adela’s Hostal, y está a una cuadra del lugar de salida de buses hacia Macchu Picchu, y a unas tres cuadras de la estación de tren local.

Ahora bien: muchos turistas viajeros suelen sentirse molestos cuando encuentran que toda posibilidad de contacto con los “nativos” está, al menos en los entornos turísticos, relacionadas con la posibilidad de una transacción comercial. En vez de una “interacción normal”, en donde la charla se ocasiona mediante un “interés genuino”, nos hallamos más bien frente a una secuencia originada en la posibilidad de vendernos algún producto o servicio. Este tipo de “interacciones” particulares en el campo del turismo ha llevado a muchos a tener lecturas bastante apocalípticas del sector, y a condenarlo por su comercialización.

Prefiero más bien hacer la lectura contraria, casi desde el lado del nativo. ¿Por qué una persona que vive en un lugar turístico se acercaría a hablar con un turista en particular, si ve miles por semana? ¿Acaso nos pensamos que somos especiales, que somos “el turista buena onda” que todos estaban esperando? La verdad es que si toleran nuestra masiva presencia es porque pueden sacar rédito económico de ello. Si no fuera por esa posibilidad, ya nos hubieran invitado a no aparecer más por allí.

Esto no quita que realmente, a la larga, terminemos estableciendo relaciones con mucha gente, y que éstas no se encuentren motivadas, simplemente, en un interés comercial inmediato. Pero ese tipo de contactos es más bien el producto de una estancia relativamente más prolongada en un lugar, y que difícilmente se logre en nuestros “paso relámpago” por muchos lugares. 24 ó 48 horas no es tiempo para entablar “interacciones normales” en ningún lugar del mundo. ¿Por qué creemos entonces que eso puede pasar en los lugares turísticos?

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