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Es muy difícil hallar otro lugar en América Latina en donde el turismo tenga una presencia tan fuerte como en Cusco. Buena parte de la economía de esta ciudad se mueve alrededor de esta actividad, en particular en el casco urbano central. Claro, la cantidad de atractivos y la variedad de tours. Sin embargo, en los cinco años que pasaron desde mi visita anterior, muchas cosas han cambiado, y varias de ellas se han debido a políticas explícitas del gobierno peruano. Vamos por partes.
Cuando estuve aquí en 1999, hice el Camino del Inca. En ese momento, se podía ingresar con sólo pagar 17 dólares. No había más obligaciones, ni había que contratar nada extra. Ese valor incluía desde ya la entrada a Machu Picchu. Pero para ese entonces, las autoridades peruanas estaban preocupadas por la gran cantidad de personas que ingresaban diariamente, y el impacto ecológico tanto sobre el camino como sobre las ruinas arqueológicas. El estado peruano optó por elevar los precios de ingreso a la zona, y de esa manera subir la recaudación, subir la rentabilidad por turista y disminuir el número de ingresos, y de esa manera limitar el impacto sobre el medio ambiente.
Hoy, para hacer el Camino del Inca es obligatorio contratar un tour, que cuente con guía y porteadores para el equipaje. Como verán, esto genera más demanda de empleos. El problema es que esto eleva sustancialmente los costos, y desde ya son los turistas los que los pagan. Hoy, hacer el Camino del Inca sale, como barato y en temporada baja unos 145 dólares, y para eso hay que pelear el precio. Ese valor de 145 dólares NO INCLUYE el boleto de tren de regreso, por lo que hay que ir a Ollantaytambo a comprar el boleto. Pero aquí viene otra sorpresa: los boletos sólo se venden con tres días de anticipación. ¿Pero como podría comprarlo tres días antes, si el Camino del Inca tradicional dura cuatro días, y para ese momento estaré en plena caminata? Cómo verán, otro sutil diseño destinado a obligar a los turistas a adquirir el bolesto Backpacker común, que cuesta 33 dólares. Averiguen bien este detalle antes de adquirir el paquete; en todo caso, si realmente están muy justos de plata, consideren adquirir el recorrido de dos días del Camino del Inca, que cotiza 145 dólares con todo incluido. El precio normal del recorrido por cuatro días, con boletos de tren, es de 190 dólares.
El precio más habitual que pagan los viajeros que no hablan español -ya saben, en América Latina el turista que no habla español siempre paga de más- es de 290 dólares, valor que puede estirarse hasta los 600 dólares en temporada alta, como me manifestaron en el sitio oficial de información turística en Cusco.
Pero el aumento de precios no se queda allí. La entrada a Macchu Picchu cotiza hoy a 20 dólares -los peruanos pagan 10, y los estudiantes de cualquier lugar del mundo tienen descuento. El tren Backpacker para ir hasta las ruinas cuesta nada menos que 66 dólares ida y vuelta, a pesar de que su servicio es apenas mediocre y que no te sirven ni un vaso de agua. Supongo que mantener estas vías es bastante complicado por la geografía, pero me parece que el valor es un poco excesivo por un recorrido de cuatro horas. Si bien me parece perfecto que el estado peruano no ponga un sol para mantener este tren -no veo porqué debería usar el dinero de los impuestos para favorecer turistas extranjeros- también sería mejor que existiera una mejor relación calidad-precio. Por cierto: en el tren Backpacker no hay ningún descuento para turistas peruanos, que deben pagar lo mismo que cualquier viajero de Europa o Estados Unidos.
La solución más económica para llegar a Macchu Picchu es tomar el llamado “Tren Backpacker Cerrojo”, que sale de Ollantaytambo, a más de dos horas de bus desde Cusco. El servicio sale todos los días a las 20:20 horas, y cuesta 24 dólares ida y vuelta por un recorrido de menos de dos horas. El servicio es prácticamente igual -sino un calco- del Backpacker de 66 dólares. Claro que para poder comprar el boleto, hay que movilizarse a Ollantayambo, perder varias horas, comprar los boletos, volver a Cusco, luego regresar para tomar el tren otro día, etc. Mi recomendación: apenas lleguen a Cusco, salgan corriendo para Ollantaytambo a comprar el boleto, porque se agotan rápidamente.
Por cierto, los horarios de este tren más económico están armados de tal manera que hay que viajar, por ejemplo, un lunes a las 20:20 horas, y recién se puede volver el miércoles a las cinco de la mañana. Por lo tanto, hay que alojarse por dos noches en Aguas Calientes, la estación final del recorrido, y que se encuentra a media hora en bus de las ruinas de Macchu Picchu. Así que van a ahorrar en tren, pero van a gastar en alojamiento y comida. Por cierto, Aguas Calientes está mucho más ordenado que en 1999, pero con precios muy caros. Un alojamiento sale al menos 12 soles por persona (unos cuatro dólares) con baño compartido. Si quieren baño privado, van a tener que soltar de 20 a 30 soles por persona. No hay menúes por menos de doce soles -en Cusco los hay por cinco soles-; la hora de Internet cuesta de cuatro a cinco soles, lo cual es carísimo. En Puno, por ejemplo, pagué un sol por hora por una conexión excelente. En Cusco se puede conseguir por un sol y medio en el centro de la ciudad, y por menos en las zonas más alejadas.
Para quienes hayan venido leyendo este blog, saben que me parece absolutamente razonable que los destinos turísticos busquen incrementar el gasto de los turistas. Justamente, es una de las pocas maneras de disminuir el peso del leakage y de lograr que los ingresos realmente valgan la pena para el país. Pero me temo que en varios casos, en Cusco se están cobrando precios elevados por servicios mediocres. El caso del tren es notable: para ir a Macchu Picchu no hay otra opción que usar este servicio monopólico, y el gasto estará entre los 40 y 66 dólares, ya que el tren más barato los obliga a quedarse dos noches en la muy cara Aguas Calientes.
Como argentino, estoy acostumbrado a que los “empresarios” turísticos de mi país eleven los precios de manera considerable en vacaciones, así que la verdad es que lo que vi en Cusco no me sorprendió mucho. Si tengo que marcar el hecho de que el costo para visitar esta ciudad ha trepado sustancialmente no tanto por la oferta y la demanda, sino por la decisión del estado peruano de convertir a este lugar en un verdadero lugar de elite del turismo internacional, con costos altos y buena infraestructura. Claro que ese gasto en mejorar la provisión de agua, electricidad, etc, corre por cuenta del estado y de los impuestos que pagan los peruanos, claro.
El esquema de precios altos sólo hace disminuir el leakage si la mayor parte del dinero que los turistas gastan en tours y otros ítems es percibido por empresas peruanas. Y esto es lo que pasa aquí, ya que no hay presencia de cadenas internacionales, ni de otras multinaciones de organización de tours. Esto me sorprendió bastante, ya que esperaba que grandes compañías no peruanas ya estarían presentes en el atractivo mercado cusqueño. ¿Alguien sabe si esto es a propósito, y si existe alguna política concreta del estado peruano para impedir su llegada? Porque en el resto de este país, hay hoteles Sheraton, restaurantes de McDonald’s y la lista sigue.
Claro que la suba de los precios de Cusco tiene una consecuencia muy directa sobre los mochileros latinoamericanos, que tienen serias dificultades para pagar los altos valores de las excursiones. Por el lado privado, la ciudad sigue ofreciendo alternativas baratas, con alojamientos por apenas 8 soles al día -menos de 3 dólares- y menúes muy abundantes al mediodía por apenas 5 soles, con bebida incluida. Si Cusco es sustancialmente más caro, es porque desde oficialmente se ha decidido reposicionarlo como un destino selecto.
Ya saben: si piensan venir a visitar Machu Picchu en tren, calculen que pueden gastar de 60 a 90 dólares por la excursión, que lo general toma unas cinco horas. Si van a hacer el camino del Inca, calculen gastos por 150 a 200 dólares. A eso hay que sumarle los costos de alimentación, de hoteles -que arrancan en los ocho soles, y pasan a los 20 a 25 soles por día si quieren baño privado- y de otras excursiones. El tour al Valle Sagrado, absolutamente imperdible, cuesta 20 soles -no paguen más que eso- y el City Tour unos doce soles.
Nadie duda que Cusco y Macchu Picchu son lugares hermosos que merecen visitarse una y otra vez. De hecho, aquí me tienen por segunda vez. Pero por desgracia, el bolsillo no sabe mucho de estética ni de belleza.
Me quedan muchas cosas aún para publicar sobre los destinos anteriores, y unos cuantos tips para viajar por Cusco. Pero supongo los publicaré recién cuando llegue a Lima en un par de días. Por cierto, logramos zafar con éxito del bloqueo de rutas en Puno. Al menos una nos tenía que salir bien.
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