La teoria en movimiento

La teoría en movimiento. Un breve repaso histórico y conceptual de las relaciones entre ciencias sociales, viaje y turismo.

Jorge Gobbi

Publicado originalmente en Zigurat 4, publicación de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, 2003.

Viaje: una figura para diferentes modos de hábitats y desplazamientos, para trayectorias e identidades, para narrar historias y teorizar en un mundo poscolonial de contactos globales. (…) Teoría: de retorno a sus raíces epistemológicas (…) Del término griego theorein: una práctica de viaje y observación; un hombre enviado por la polis a otra ciudad para presenciar una ceremonia religiosa. La “teoría” es un producto del desplazamiento, la comparación, de una cierta distancia. Para teorizar, uno debe dejar casa. Pero, como cualquier acto de viaje, la teoría empieza y termina en algún lugar. En el caso de los teóricos griegos el principio y el final era uno: la polis. Esto no es una verdad tan simple en el caso de los analistas del viaje de la última parte del siglo XX?.


James Clifford (1989)

En las tres últimas décadas, pero muy particularmente en los últimos quince años, varias de las distinciones centrales sobre el traslado y el viaje han sido puestas en discusión. La definición del turismo en tanto “traslado físico”, y su oposición espacio-temporal con la vida cotidiana han sido críticamente revisadas.

Para poder abordar en pocas páginas el extenso campo de los estudios sociales sobre el viaje y el turismo, me concentraré en tres puntos. En primer lugar, su surgimiento como terreno de estudio en los años 70. En segundo lugar, la discusión conceptual sobre qué es turismo, y los problemas derivados de oponer esta práctica a aquellas que ejecutamos en la vida cotidiana. Por último, abordaré algunas propuestas que desde la sociología proponen analizar el viaje y el turismo dentro de un campo más amplio, llamado “estudio de las movilidades”? (1).

El surgimiento del campo

Las obras esenciales que fundan el campo de los estudios sociales del viaje y la movilidad aparecen en la década del ’70. Y pertenecen a dos disciplinas: la antropología y la sociología. Los libros claves son Hosts and Guests. The anthropology of tourism (1977), compilado por Valene Smith, y The tourist. A new theory of the leisure class (1976), de Dean MacCannell.

El libro de Smith establece un modelo que analiza el turismo a partir de la distinción antropológica entre “nativos” y “turistas”. La estructura de este libro se repetirá luego en muchos otros: una breve introducción conceptual seguida por una larga serie de estudios de campo. El modelo brinda una importante diversidad de ejemplos de cómo opera el turismo, pero carece muchas veces de aportes teóricos más generales, que ayudaran a discutir puntos centrales en el campo. Hosts and guests funda, de todos modos, un modelo de análisis crítico del turismo, que en los últimos años es recuperado por autores como Chambers (2000).

Por su parte, Dean MacCannell propone la aplicación de los modelos teóricos del interaccionismo para analizar los contactos entre turistas y residentes locales (2). E introduce la pregunta acerca de cuán “auténticas” son las relaciones sociales en el marco del viaje. Para este autor, el turismo fomenta “la restauración, la conservación y la recreación ficticia de los atributos étnicos” (1988: 221). Las identidades étnicas surgidas en respuesta son clasificadas por MacCannell como “etnicidad reconstruida”, a la que define como “formas étnicas conservadas y mantenidas para la diversión de un grupo étnico distinto”  (221).

La hipótesis de MacCannell es que lo que motiva al turista a desplazarse es el deseo de experimentar “interacciones auténticas” con otros, durante las cuales pueda acceder a ver la vida cotidiana en un entorno diferente. Para explicar el uso del concepto de autenticidad en el marco de las comunidades locales, MacCannell (1976) trabaja con las nociones de “back” y “front” de Erwin Goffman. Éste último concepto hace referencia a lo que se muestra a los visitantes; en el caso de las comunidades locales, ese espacio se reduce al área de servicios, como hoteles, lugares donde se sirve comida o se venden productos. El “back”, por su parte, refiere a las zonas privadas de la vida de los nativos, que quedan lejos de la vista de los turistas.

De acuerdo a MacCannell, el turista desea acceder a esa vida “auténtica” del nativo, pero jamás consigue ese objetivo, ya que ese entorno sólo se da en el “back”, lejos de la mirada de los visitantes. Por lo tanto, los turistas sólo tendrán acceso a una experiencia desprovista de autenticidad.

El problema más serio del planteo de MacCannell es la falta de un abordaje relacional. Más bien, lo que construye son identificaciones esenciales. Esto aparece claramente cuando sostiene que la identidad de los nativos frente a los turistas es “artificial”. En el fondo, la posición de MacCannell es muy problemática: ¿cómo sostener que el turismo contribuye al mantenimiento “artificial” de la identidad? ¿Acaso esa recreación de la identidad, esa conservación, no se da en términos relacionales con los turistas y con el mercado? ¿Hay formas de construir identidades que estén completamente por fuera de los sistemas políticos, económicos y sociales hegemónicos?

De qué hablamos cuando hablamos de turismo

Durante mucho tiempo, cuando se hablaba de turismo, quedaba claro que se hacía referencia al traslado físico de una persona hacia un lugar lejano a su lugar de residencia (3). La focalización en la relación entre “nativos” y “turistas” se basa justamente en entender al viaje sólo como un traslado físico. Pero los inconvenientes surgen al querer analizar otros problemas. Por ejemplo, la construcción de ciertos lugares como “turísticamente deseables”. Difícilmente esto pueda ser analizado sólo desde la interacción.

Por ello, parece más útil entender que el turismo es, básicamente, la experiencia del viaje. Esto no implica necesariamente el traslado físico, aunque desde ya lo comprende. Aún cuando no es una definición taxativa, nos da la posibilidad de incluir dentro de este campo de estudios una enorme cantidad de referencias que están más allá del simple movimiento lejos de casa, y que se relacionan con los discursos de los medios y las guías de viaje, los imaginarios sobre destinos y países, la construcción de políticas públicas y de “marca” de las ciudades, etc. Permite además incorporar al cuadro un actor fundamental del campo del turismo: la industria.

Un ejemplo es el libro de Can-Seng Ooi Cultural Tourism and Tourism Cultures, donde el autor analiza el rol de los “mediadores culturales” y como construyen ciertos destinos como productos. Para ejemplificar esto, Ooi se concentra en los casos de Copenhague y Singapur y estudia como los “mediadores” -la industria turística, las dependencias del gobierno encargadas del tema, entre otros- utilizan los relatos sobre los distintos destinos para crear nuevos productos, lo que implica usar viejos imaginarios con fines actuales. Un punto clave es la construcción de la “identidad-marca” de las ciudades, en donde los lugares son asociados, a la manera del marketing, con una serie de características “positivas”.

Viaje y vida cotidiana

La oposición entre trabajo y turismo es una de las hipótesis más difundidas en las ciencias sociales. Se entiende que “las prácticas turísticas se sustentan en un modelo espacio-temporal radicalmente opuesto al que prevalece en el mundo del trabajo. En la cotidianeidad del turismo se construye un mundo distinto, el del ocio, en donde prevalecen reglas de convivencia interpersonal, criterios de construcción de identidad, prácticas sociales y motivaciones basadas en lo efímero, más que en lo permanente” (Hiernaux Nicolas, 2000:98). Una conceptualización de este tipo, hecha por un analista y no por el agente, es realmente problemática (4). Sostener, sin más, que el día a día de cualquier persona no es más que la acumulación sistemática de situaciones triviales va en contra de las intenciones de buena parte del campo de la comunicación en los últimos años: el demostrar que la vida cotidiana es una campo clave y significativo en donde estudiar los procesos sociales.

Un ejemplo de los problemas de oponer vida cotidiana y turismo se pueden ver en el trabajo de la antropóloga brasileña Margarita Barreto. Ésta describe el proceso por el cual el masivo ingreso de turistas argentinos al destino brasileño de Canasvieiras transformó ese destino. Los turistas argentinos buscaron una nueva serie de servicios gastronómicos, como las facturas y la carne. A eso debe sumarse la introducción del remis, un servicio de auto de alquiler que no se presta en ningún otro lugar de Brasil.

Como enfatiza McCabe, “antes de concebir al turismo como una ‘partida’ de la rutina y las prácticas cotidianas y de la vida de todos los días”, debemos comprenderlo como “una parte establecida de la vida cotidiana” (McCabe, 2002:63). El viajero se construye como tal no sólo en el viaje, sino también en su entorno diario. De otra manera, no podríamos entender porque compra souvenirs, o se empeña en conservar recuerdos que certifiquen su condición de viajero incluso en el lugar de residencia habitual.

Movilidad y viaje

En los últimos años, ha surgido, a partir de algunos autores relacionados con el estudio del viaje y el turismo, la propuesta de articular este campo con fenómenos más generales. Este tipo de análisis es conocido como “estudio de las movilidades” y se concentra alrededor de las propuestas de John Urry (2000). El autor analiza las distintas formas de movilidad que existen en nuestra sociedad, ya sea de personas, imágenes e información. El campo abarca así no sólo el turismo, sino las redes de telecomunicaciones o el movimiento financiero del dinero en los mercados físicos y virtuales.

Las posibilidades de la propuesta de Urry pueden verse en el trabajo de Jennie German Molz (2003), que analiza las prácticas de un creciente número de viajeros, que actualizan sus páginas Web y blogs a medida que se desplazan físicamente por varios países. Molz muestra así como el crecimiento de Internet -esto es, el mundo “virtual” que para muchos iba a destruir la movilidad en el mundo físico- puede relacionarse e interactuar con las prácticas de los turistas y viajeros. El desarrollo de un blog no se reduce a escribir textos en la Web; nos pone en contacto con otros problemas físicos y de infraestructura, como son las restricciones a la conectividad en enormes zonas de nuestro planeta.

La potencialidad de los “estudios de las movilidades” aún está por verse. Pero representa una oportunidad importante para el campo de la comunicación. El cruce entre turismo, nuevas tecnologías y movilidades puede ser analizado de diversas maneras: en tanto interacción entre nativos y turistas; como surgimiento de nuevas prácticas a partir del cruce entre traslado físico y las nuevas tecnologías como Internet y las redes inalámbricas; o como construcción y difusión de relatos e imaginarios sociales sobre nuevos destinos. A esto, desde ya, se pueden sumar otros objetos de estudio relacionados con los medios tradicionales, como programas de televisión de turismo, guías de viaje, suplementos de diarios.

Abordar estos objetos de estudio requiere una serie de pasos teóricos previos. En primer lugar, replantear la versión simplificada que entiende que toda construcción de significados en el turismo y por parte del turista es, siempre, superficial. En segundo lugar, eliminar la oposición entre vida cotidiana y turismo, que nos impide ver las relaciones que se establecen entre ambos campos. Por último, replantear la reducción del viaje como mero traslado físico. Una conceptualización de este tipo no sólo nos impediría estudiar los imaginarios relacionados con el viaje, sino que no nos permitiría establecer las necesarias relaciones con las nuevas tecnologías de la comunicación.

Bibliografía

Álvarez Sousa, A., “El tiempo libre y las vacaciones pagadas” en El ocio turístico en las sociedades industriales avanzadas, Barcelona, Bosch, 1994.

Barretto, M., “Turismo y relaciones internacionales. Un estudio en la localidad de Canasvieiras, Florianópolis – Santa Catarina, Brasil” en Estudios y perspectivas en Turismo, vol. 11 nº 1 y 2, Buenos Aires, Centro de Investigaciones y Estudios Turísticos, 2002.

Burns, P., An introduction to Tourism and Anthropology, Londres, Routledge, 1999.

Chambers, E., Native Tours. The Anthropology of travel and Tourism, Illinois, Waveland Press, 2000.

Clifford, J., “Notes on travel and theory”, en James Clifford and Vivek Dhareshwar (eds.) “Traveling Theories, Traveling Theorists”. Inscriptions, nº. 5, 1989.

Gobbi, Jorge (1998) “Epistemologías del viaje y del turismo: consumo, espacio y ‘autenticidades’”. Ponencia presentada en las 4º jornadas de Investigadores de la Cultura, Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, Argentina.

Hiernaux Nicolas, D., “La fuerza de lo efímero. Apuntes sobre la construcción de la vida cotidiana en el turismo”, en Alicia Lindón (coord), La vida cotidiana y su espacio-temporalidad, Barcelona, Anthropos, 2000.

Kaplan, C., Questions of travel. Postmodern discourses of displacement, Durham and London, Duke University Press, 1997.

Lash, Scott y John Urry, “Movilidad, modernidad y lugar”. En Economías de signos y espacios. Sobre el capitalismo de la posorganización, Buenos Aires, Amorrortu, 1998.

McCabe, Scott , “The Tourist Experience and Everyday Life”, en Dann, G. (ed.), The Tourist as a metaphor of the social world, Londres, CAB International, 2002.

MacCannell, D., “Turismo e identidad cultural”, en Todorov, T. y otros, Cruce de culturas y mestizaje cultural, Barcelona, Júcar, 1988.

MacCannell, D., The tourist. A new theory of the leisure class, Berkeley, University of California Press, 1976.

Molz, J. G., “Travelling Around the World: Networked spaces and Interactive Mobilities”, paper no publicado, presentado en el Mobilities Reading Group, Lancaster University, 4 de marzo de 2003.

Ooi, C., Cultural Tourism and Tourism Cultures. The Business of mediating experiences in Copenhagen and Singapore, Copenhague, Copenhagen Business School Press, 2002.

Smith, V., Hosts and guests. The anthropology of tourism, Philadelphia, University of Pennsylvannia Press, primera edición: 1977, segunda edición: 1989.

Urry, J., Sociology Beyond Societies. Mobilities for the twenty-first century, Londres, Routledge, 2000.

Notas

1) Si bien no trabajaré ese tema por razones de espacio, la conceptualización negativa del turismo como objeto de estudio por parte de las ciencias sociales en una cuestión muy importante. Así, durante mucho tiempo, el turismo fue visto como parte del ocio y condenado a formar parte de problemáticas “poco serias”. Al respecto se puede consultar Kaplan (1996); Hiernaux (2000) y Gobbi (1998).
2) Particularmente, en “Staged Authenticity”, el capítulo 5 de The tourist.
3) Según la OMT, “el turismo comprende las actividades que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares distintos a su entorno habitual, por un período de tiempo consecutivo inferior a un año, con fines de ocio, negocios u otros”. Una de las consecuencias interesantes de esta definición es que maximiza todo lo posible el alcance de la categoría de turista.
4) Como plantea McCabe, “como consecuencia de este énfasis, la vida cotidiana misma recibe poca atención” (2002:62).

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