Tiempos moviles, tiempos cambiantes

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Hace algunos años, que una persona fuera hablando en voz alta por la calle motivaba un diagnóstico rápido y sencillo: estaba loca. Pero las necesidades de manternernos comunicados y la expansión de la telefonía móvil han modificado incluso esta rápida manera de detectar la locura. Cada vez es más común encontrarse con personas en la calle, hablando a los gritos hacia la nada. Claro: están usando un headset, conectado con su teléfono celular. Para los habitantes de la ciudad, esto es cada vez más común, pero convengamos que todavía puede llamar la atención. Incluso, todavía tenemos que mirar detenidamente a la persona hasta detectar el headset. Esto no se le pasa por alto ni siquiera a los fabricantes de estos dispositivos.

Hace algunas semanas estuve en un evento de Plantronics, un fabricante de sofisticados headsets, algunos de los cuales son diminutos y se conectan con otros dispositivos vía Bluetooth. Me sorprendió particularmente un modelo: este constaba del micrófono, auricular y un colgante que se encendía cuando estábamos hablando. Lo cual no era más que una manera de avisarle a las demás personas que estábamos ocupados. Claro que una iniciativa de este tipo tendrá poco éxito si este tipo de avisos no se termina socializando como sentido común: no le hables a la gente con un colgante encendido. A la vez, demuestra cuán problemático es aún, en términos comunicacionales, marcar claramente a los demás que estamos hablando por celular cuando no tenemos un teléfono pegado a la oreja. La presencia virtual del interlocutor, del otro lado del teléfono, sigue sin tener una clara marcación física, que se dirija a aquellas personas cercanas a nuestra posición real.

Los cambios en la interacción que provocan los celulares ya han sido trabajados por otros investigadores. Al fin y al cabo, es francamente insoportable hablar con alguien que se la pasa atendiendo su teléfono y cortando la charla. Esto es casi un sentido común interaccional: es difícil mantener una interacción con alguien que constantemente introduce fuentes de distracción. Al final, nadie habla nada.

Eso sí: los locos que andan a los gritos por la calle ahora podrán pasar por simpáticos geeks, que en realidad, tal vez, porten ultramodernos headsets.

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