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Nunca me gustaron los desfiles. Tal vez porque buena parte de mi vida me la pasé bajo dictaduras, siempre asocié los festejos patrios con esa forma de ver el mundo de los militares: todo ordenado, limpio, lindo y nacionalista. Un asco, bah. Pero esta vez me agarró la curiosidad, y este 25 de mayo, en el que se “conmemora” (que palabra más milica) un nuevo aniversario del comienzo del proceso de independencia de Argentina (lo que se llama la “Revolución de Mayo) me di una vuelta por la plaza de Mayo. Por cierto, también se cumple un año de gobierno del actual presidente Néstor Kirchner, así que era una buena oportunidad para movilizar un poco de nacionalismo y obtener una nueva muestra de apoyo a su gestión. Supongo que eso también es hacer política… Yo aparecí más bien por ahí con espíritu de etnógrafo amateur; casi de manera metodológica, miro todo con bastante escepticismo, y este gobierno no se salva de esa forma de ver las cosas.

Por empezar, en la Plaza había mucha gente, y un clima bastante familiero -había tantos chicos que uno a veces piensa que la tasa de natalidad en este país goza de muy buena salud. Había desde ya agrupaciones políticas, pero no tenían una presencia tan notable como otras veces. Obviamente, encontré mucho símbolos de representación de la argentinidad, como banderas y escarapelas, más otros elementos que algunos ven como representativos de lo global: Pikachus y avioncitos Jay Jay se mezclaban con banderas del Che Guevara y San Martín.

Pikachu es argentino; un vendedor de ese coso amarillo en medio de las banderas argentinas

Los cruces entre representaciones de lo global y local ya no tienen nada de nuevo. Pero no deja de llamar la atención que aparezcan, incluso, en festejos que antes remitían al nacionalismo más tradicional. Al final, los íconos globales ya se nos aparecen hasta enfrente del Cabildo.

Mucha gente, además, se había acercado a ver los recitales gratuitos, que estarían a cargo de Silvio Rodríguez y Charly García, dos artistas que despiertan en mí el mismo interés que una bolsa de acelga congelada. No esperen comentarios de esas actuaciones, ni siquiera me quedé a verlas. Lo que sí, hay que reconocer la ubicuidad de García: hasta no hace mucho un bufón de Menem, ahora ya se reconvirtió en una figura apta para un acto del kirchnerismo. ¿Será esa la famosa transversalidad?

el futuro de la patria

Igual, no pude resistirme, y me terminé comprando una escarapela. En verdad, es difícil no dejar de verla casi como un objeto más de consumo en medio de una fiesta patria. Aunque no sé si tiene el mismo status que los avioncitos Jay Jay que andaban por ahí.

¿Todos somos argentinos? ¿Si?

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