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47 años atrás, Roland Barthes escribía en sus famosas Mitologías: “Para la Guía Azul los hombre sólo existen como “tipos”. En España, por ejemplo, el vaso es un marino aventurero, el levantino un jardinero alegre, el catalán un hábil comerciante y el cántabro un montañés sentimental. Volvemos aquí a encontrar el virus de la esencia que está en el fondo de toda mitología burguesa sobre el hombre”.

Casi medio siglo después, las guías de viaje siguen construyendo representaciones esenciales sobre los “otros” -aunque, convengamos, eso es lo que hacemos todos en nuestra vida cotidiana. Desgajadas de las dinámicas históricas, convertidos casi en objetos de museo, las músicas y representaciones artísticas de los distintos países quedan reducidas a listas casi obligatorias de tópicos -Buenos Aires y esos mismos 20 tantos en todos los locales for export- y sus habitantes son representados de manera unidimensional, como narra Barthes.

“En general, la Guía Azul testimonia la vanidad de toda descripción analítica que rechaza a la vez la explicación y la fenomenología: no responde a ninguna de las preguntas que un viajero moderno puede plantearse cuando atraviesa un paisaje real, que existe. La selección de los monumentos suprime la realidad de la tierra y de los hombres, no testimonia nada del presente, es decir histórico; por eso, el monumento se vuelve indescifrable, por lo tanto estúpido”. Es poco lo que podemos decir de muchos de los destinos que visitamos cuando no conocemos casi nada de ciertas dinámicas históricas y políticas. Este punto suele ser poco atendido en el turismo; así, muchas veces los tours suelen ser apenas descripciones genéricas de las ciudades, con escasa información de contexto. Perdidos en medio de la arquitectura, apenas si podemos dar alguna que otra opinión genérica, mientras los matices se pierden.

Bibliografía citada

Barthes, Roland (1957) “La guía azul” en Mitologías. México, Siglo XX, 1983.

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