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Cuando tres años atrás dicté el primer seminario sobre Comunicación y viajes en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, mi principal interés era concentrarme en las relaciones de interacción que se daban entre el turista – viajero y el nativo o habitante local. Desde ya, esas relaciones eran un punto interesante para trabajar desde una carrera de comunicación. Todavía no me había cuenta que al privilegiar ese punto de vista tan etnográfico – antropológico, estaba aceptando la noción de viaje que privilegia el sentido común: la que lo entiende como un traslado físico desde nuestro lugar de residencia habitual a otro punto lejano, por un tiempo breve.

Con el tiempo, fui ampliando los intereses. Si el viaje se trataba sólo del traslado físico, ¿que hacíamos con los imaginarios sobre los destinos turísticos, con las representaciones que aparecían en las guías, por los cruces cada vez más frecuentes entre nuevas tecnologías y movilidades? En cierta medida, yo estaba siguiendo una tendencia que ya veía en trabajos como el de John Urry y otros: focalizarnos en los distintos tipos de movilidad, dentro de lo cual se encuentran las investigaciones sobre viajes y turismo.

En el fondo, la pregunta era: ¿cómo seguir definiendo al viaje como un traslado físico, en un momento en el que todo se está moviendo? Nuestras relaciones sociales, nuestras formas de comunicación, de han ido haciendo crecientemente móviles y desterritorializadas. ¿Cómo pensar al viaje en ese nuevo marco?

Desde ya, todavía el campo de los estudios de las movilidades no está del todo conformado, pero como todo nuevo segmento de investigación, apela a una fuerte trasdisciplinariedad. Conceptualmente, toma cosas de la sociología, la geografía, la antropología y la comunicación, y no le escapa a la economía política y los estudios sociales sobre la ciencia, tecnología y sociedad. ¿Qué saldrá de todo esto? Seguramente, veremos los primeros resultados en algunos años. Por el momento, y de a poquito, estamos ayudando a que al menos en el campo de las ciencias de la comunicación comiencen a aparecer cada vez más trabajos sobre viajes, turismo y movilidades. Lo cual no es poco, sobre todo en espacios como el académico, donde la construcción de nuevos objetos de estudio suele chocar contra culturas organizaciones poco amigas a la renovación y al movimiento.

Tras tres años de dar el seminario de manera consecutiva -y a las puertas de dictarlo por cuarta vez en la primera mitad del año que viene- mis preocupaciones se han ido ampliando. Llegó, entonces, el momento de concentrarse en las movilidades.

La foto de la valija / maleta está tomada del excelente fotolog Miradas.

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