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Los estudios sociales sobre movilidades se basan en la hipótesis de que buena parte de los elementos centrales de nuestra vida cotidiana y del sistema económico en general están en un proceso de deslocalización. Esta creciente movilidad de capitales, comunicaciones y afectos se puede ver en un enorme número de objetos. Si en el fordismo, los procesos de inversión y acumulación estaban ligados con tomar compromisos en país, tomar compromisos laborales a largo plazo y hacer grandes gastos en bienes de capital, hoy incluso los procesos de producción están atados a una mayor capacidad de “movilidad”. Las empresas tercerizan su producción, o son capaces de moverla de un país a otro si evalúan que es conveniente en términos financieros. Obviamente, en el camino prefieren tomar cada vez menos compromisos: la decadencia de sindicatos y convenios de trabajo está claramente ligada a las necesidades del capital de no estrechar lazos con ningún lugar, y poder salir y entrar cuando quieran. Desde ya, esto está estrechamente ligado a la precarización del empleo y la pérdida de los trabajos “fijos” -reparen en la metáfora espacial, que de a poco va perdiendo sentido en nuestra vida. Incluso la misma producción pasa de la estandarización y la uniformización del fordismo para dar paso a una forma mucho más flexible de desarrollar productos, que aún así tienen una excelente economía de escala. Incluso la tendencia a trabajar sin stocks refuerza la idea de como se privilegia la movilidad en las formas de producción actuales.

Las inversiones financieras y la especulación hace rato que también que se han hecho móviles. El dinero fluye rápidamente entre los mercados de valores, y su control se hace difícil. Incluso los compromisos en la sociedad se vuelven menos estables, más móviles, mientras crecen los divorcios, las posibilidades de trabajar en otros lugares, la emigración.

Las comunicaciones han sido el terreno donde probablemente más se haya tematizado, al menos en el sentido común, el tema de la movilidad. La explosión de los celulares ha puesto este tema en la agenda cotidiana. El surgimientos de los hot spots de conexión inalámbrica a Internet, la posibilidad de conectarse a la intranet de la empresa desde cualquier lugar del mundo, la llegada de la Red a los teléfonos móviles y handhelds, refuerzan la idea de que es necesario deslocalizar de manera creciente los accesos a la información.

Frente a esto, crece la idea de que la movilidad es una tendencia instalada y en alza en nuestra vida cotidiana. Parece difícil, entonces, remarcar que la principal característica del turismo es, precisamente, la movilidad. Estamos en una época donde todo se mueve: dinero, afectos, comunicaciones. El turismo está obviamente marcado por el traslado. Pero lo que lo convierte en un objeto de estudio interesante para las ciencias sociales es que construye una forma particular de experimentar el espacio, el movimiento, y porque sus agentes -la industria, los turistas, los “nativos” locales- sostienen prácticas y representaciones particulares.

El traslado físico hace mucho tiempo que no define al turismo. Es hora de que tomemos cuenta de que la experiencia del viaje y del traslado en el turismo no depende del movimiento físico, sino que se relaciona con otras formas de movilidad, a la vez que construye significados particulares y únicos.

Bibliografía recomendada para este tema

Harvey, David. La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural. Buenos Aires, Amorrortu, 1998.

Urry, John. Sociology Beyond Societies. Mobilities for the twenty-first Century. Londres, Routledge, 2000.

2 comentarios en «Movilidades»

  1. Jorge, eres un maldito hijo de perra a ver si te mueres o te entra algo malo en el cuerpo y nos dejas vivir a los demas grandioso cabrón.

  2. Me parece que te caigo mal, ¿no? No sabes cuanto me preocupa… Bueno, te dejo porque me tengo que ir a ver Bob Esponja. Ah, eso sí: hay que reconocer que para usar una sola IP (80.58.6.107) tienes una gran variedad de nicks: Jagger, Rocker, Halford, etc.

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