Cuando nos encontramos con notas periodísticas sobre Salta, solemos encontrar una referencia casi ineludible: la arquitectura colonial de la ciudad, que aparece como el producto de la conservación de una tradición hispánica. Lejos, en realidad, de tal conservación, el aspecto “hispánico” de la ciudad es el producto de una política específica de los políticos locales hacia 1930, como una forma de reaccionar frente a los avances de la “arquitectura moderna” de aquel entonces, que llevaba adelante un proyecto más cercano a la tradición francesa de edificios.

Como lo muestra el cartel que se encuentra en el Cabildo de Salta, la apariencia hispánica de Salta fue recreada a partir de 1936, como un proyecto bastante claro, aunque la obra quedara finalmente inconclusa. Como parte de ese proyecto, se construyeron una serie de nuevos edificios que entraban dentro de esa apariciencia hispánica y neocolonial que hoy se ve con bastante facilidad en el centro de la ciudad.

Esta “reinvención” del pasado, claro, no es algo que sólo sea propiedad de Salta. Es parte del proyecto urbano de muchas ciudades. Un proyecto que se cruza muy bien con las necesidades de la industria turística, tan necesitada de elementos visuales fácilmente identificables. Y lo que alguna vez fue un proyecto político de restauración, terminó naturalizado como una muestra de “conservación”, que los turistas pueden reconstruir históricamente sólo si se les ocurre ingresar a una de los cuartos de la planta baja del Cabildo de Salta, donde tomé la foto que abre esta entrada.

Por cierto, si alguien conoce algún libro sobre la historia de la arquitectura urbana de Salta, que avise en los comentarios.

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